Crónicas desde Quito con monseñor Proaño en el horizonte (2)

25 de Agosto de 2018

[Por: Juan José Tamayo]




Nuevos paradigmas teológico-políticos desde Medellín

 

La Fundación Pueblo Indio del Ecuador me invitó a participar en el Encuentro Internacional del 30 aniversario de la muerte de Monseñor Proaño y del 50 aniversario de Medellín. Era la segunda vez que participaba en un evento conmemorativo de Monseñor Proaño. La primera fue en 2010 con motivo del centenario de su nacimiento. Las conferencias, talleres y debates del Simposio fueron publicados en el libro Pueblos indígenas, derechos y desafíos. Homenaje a moneñor Leonidas Proaño, editado por Nidia Arrobo y por mí (Universidad Carlos III de Madrid-Fundación Pueblo Indio del Ecuador-ADG-N LIBROS).

 

En este Encuentro de 2018 me pidieron hablara de “Nuevos paradigmas teológico-políticos desde Medellín”. Mi intervención que tuvo lugar en la noche del 22 de agosto, tras las excelentes conferencias de monseñor Arellano y Nidia Arrobo, referidas en la crónica anterior. Resumo a continuación mi conferencia.

 

Medellín es un referente irrenunciable del cristianismo liberador para las iglesias latinoamericanas y del Caribe, pero también para otras Iglesias, sobre del Sur Global, asimismo para los cristianismos y teologías del Norte Global y del propio Vaticano, que mostró un profundo respeto por las conclusiones de la Conferencia Espiscopal Latinoamericana, si bien una década condenó la teología de la liberación y  algunos de sus principales cultivadores. Medellín fue un referentes importante también a nivel político, social y económico en todo el continente.

 

Medellín leyó e interpretó el Concilio Vaticano II (1962) desde la propia realidad latinoamericana y lo aplicó no limitándose a adaptarlo a dicha realidad sino con creatividad. Analizó con rigor los desafíos de su tiempo tanto a nivel global como local e intentó responder a los mismos con honestidad, coherencia y sentido evangélico. 

 

Bajo el impulso y la inspiración de Medellín, los cincuenta años posteriores han sido los más fecundos desde el punto de vista teológico con el nacimiento de la teología de la liberación como nueva manera de hacer teología, que Gustavo Gutiérrez definiera como teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad. Le nueva teología no se limita a pensar el mundo, sino que es u momento del proceso a través del cual el mundo es transformado abriéndose al don de reino de Dios. 

 

Se han desarrollado nuevas tendencias teológicas en los nuevos escenarios religiosos, culturales, sociales, políticos y económicos a partir de los nuevos sujetos históricos de transformación. Entre dichas teologías cabe citar sin ánimo de exhaustividad las siguientes: teología feminista, teología de los pueblos indígenas, teología de los pueblos afrodescendientes, teología ecológica, teología campesina, teología intercultural e interreligiosa de la liberación, teología económica de la liberación, teología queer, teo-poética de la liberación, teologías pos- y de-coloniales.

 

Hoy no podemos quedarnos contemplando la foto fija Medellín –en blanco y negro- de manera añorante y admiradora. Tal actitud sería una traición a dicha efemérides, que fue punto de partida y no punto de llegada e invitó a mirar al futuro. Es necesario hacer memoria de aquella asamblea, pero avanzando y dando respuesta a los nuevos desafíos. Hay que evitar caer en la pereza mental y dar respuestas del pasado a preguntas del presente. 

 

La pereza mental tornaría la teología en disciplina inocua e  irrelevante en el concierto de los saberes, regresiva en el terreno social y contraria a las transformaciones de todo orden que demandan los nuevos escenarios. La actitud tiene que ser de búsqueda y tanteo, no de seguridades, hoy imposibles, más interrogativa que afirmativa, imaginativa y creativa y no repetitiva de modelos del pasado. Lo expresa con gran lucidez el teólogo Karl Barth en un texto antológico y muy pertinente al respecto:

 

“El trabajo teológico se distingue de los otros —y en eso podría ser ejemplar para toda tarea del espíritu— por el hecho de que aquel que quiere realizarlo no puede llegar a él descansado, desde unas cuestiones ya solucionadas, desde unos resultados ya seguros, no puede continuar el edificio sobre unos fundamentos que ya han sido colocados, no puede vivir de unos réditos de un capital acumulado ayer, sino que se ve obligado, cada día y cada hora, a volver a empezar por el principio...Si la teología no quiere precipitarse en la arterioesclerosis, en el aburrimiento ergotista, su trabajo de ningún modo puede ser rutinario, no se puede realizar en función de un automatismo”1

 

Este texto es una excelente guía para las teólogas y los teólogos si no queremos que el discurso y la práctica teológicos se conviertan en estatuas de sal, piezas de museo o  jarrones chinos que no tienen otra función que el adorno de las casas señoriales, y si queremos que contrubuyan a la liberación de los pueblos oprimidos. 

 

Sin pretender emular a Moisés y sus diez mandamientos, ofrezco a continuación en forma de decálogo algunos de los principales desafíos, analizados dialécticamente, y sus correspondientes paradigmas teológicos-políticos: 

 

1. La pobreza estructural y la creciente desigualdad, que constituyen “el mal común” y dan lugar al Estado de malestar, y los movimientos de lucha contra la pobreza. A dicho desafío debe responder una teología desde la opción por las personas y los pueblos oprimidos en la mejortradición de la legislación hebrea, la tradición profética, la herencia jesuánica y Medellín, que habló de la extrema pobreza que clama al cielo y del clamor por la liberación que no llega a los pobres por ninguna parte.

 

2. La crisis y el letargo de la democracia, sometida a la dictadura de los mercados, y los movimientos de despertar de la democracia participativa, que trabajan por revolucionar la democracia y democratizar la revolución. A este desafío debe corresponder una teología defensora de la democracia participativa de base en las religiones y crítica de la religión “monoteísta” del mercado. Medellín ya habló de la “dictadura económica” y del “imperialismo internacional del dinero”. Hoy puede hablarse en esos términos con más motivo.

 

3. La globalización neoliberal excluyente, la globalización posliberal y contra-hegemónica y los movimientos alter-globalizadores. La respuesta es una teología contra-hegemónica que supere el universalismo abstracto de la salvación, traduzca esta en liberaciones históricas e incluya a quienes la globalización existente excluye

 

4. La pervivencia del patriarcado, en alianza con otros sistemas de dominación, las discriminaciones de género que desembocan en violencia contra las mujeres, y la alternativa que proponen de los diferentes feminismos, tanto los occidentales como los periféricos. La respuesta es una teología feministaque cuestione el sexismo, la homofobia  y la violencia de género y apueste por una comunidad fraterno-sororal, que no canonice la heteronormatividad sexual y que reconozca la diversidad afectivo-sexual.

 

5. La depredación de la naturaleza, el eco-cidio, y la nueva conciencia ecológica que da lugar al paradigma holístico eco-humano. La respuesta es una teología ecológica, que defienda la dignidad y los derechos de la Tierra y de los ecosistemas; una teología campesina, del pan, del agua, de la Pacha Mama.

 

6. El armamentismo, el terrorismo global y la construcción de una cultura de paz. La respuesta es una teología de la paz basada en la justicia.

 

7. El choque de civilizaciones, la diversidad cultural y el diálogo simétrico entre cosmovisiones, culturas y  saberes; los fundamentalismos religiosos y los deicidios a los que son sometidas las diferentes espiritualidades de los pueblos originarios, el pluriverso religioso y el diálogo entre religiones y espiritualidades. La respuesta es una teología interreligiosa, interespiritual e intercultural de la liberación

 

8. La posmodernidad, la cultura, la sociedad y la vida bajo el signo de la liquidez y la teoría de la complejidad como alternativa. La respuesta es una teología no dogmática, no enrocada en imposibles certidumbres, abierta a la duda y en diálogo interdisciplinar; una teología que privilegie el símbolo, “que da que pensar” (Paul Ricoeur), y cuestione el dogma, que impone un pensamiento único. Una teología “herética”, en el sentido etimológico de la palabra: elección libre, “heterodoxa”, opinión divergente, relato alternativo al oficial. “Lo mejor de la religión es que crea herejes”, afirma Ernst Bloch en el frontispicio de  su libro Ateísmo en el cristianismo(Taurus, Madrid, 1983). 

 

9. Las flujos migratorios y sus respuestas: bien la xenofobia y el racismo por parte de no pocos gobiernos que cierran sus fronteras a cal y canto a las personas migrantes, refugiadas y desplazadas,  bien la hospitalidad y la acogida de organizaciones solidarias  La respuesta es una teología de la alteridad, de la hospitalidad, una teología del nos-otros. 

 

10. El colonialismo y el neocolonialismo, por una parte, y los movimientos descolonizadores y las teorías pos- y de-coloniales, por otra; la injusticia cognitiva global, despectiva para con los saberes que no se atienen al modelo científico-técnico depredador de la naturaleza, por una parte, y la justicia cognitiva alter-globalizadora, que reconoce y respeta el valor de los saberes de los pueblos originarios, por otra; el imperialismo cultural, que desemboca en epistemicidio, y la reconstrucción cultural alternativa. La respuesta son las teologías del Sur Global, de-coloniales, que desenmascaran el racismo étnico, cultural y epistemológico; las teologías contra-hegemónicas y en diálogo simétrico entre saberes; la teología interétnica que reconozca las identidades culturales ancestrales

 

Estos diez desafíos y sus correspondientes paradigmas teológico-políticos se encierran en dos que, en palabras de Monseñor Proaño, son:

1. Volver a las fuentes para redimir la vida.

2. Reparar la injusticia de la que fueron víctimas los pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos…, durante cinco siglos de esclavitud y colonización con la complicidad de las iglesias cristianas en esa opresión.  

 

Citas

 

1K. Barth, Introducción a la teología evangélica, Ediciones 62, Barcelona, 1965, pp. 152-153.

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