Medellín, rumbo a la liberación: Pervivencia del colonialismo y estudios post- y de-coloniales (5)

21 de Agosto de 2018

[Por: Juan José Tamayo]




Se acercan las fechas del cincuenta aniversario de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en la ciudad colombiana de Medellín del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968, que cambió el rumbo de la Iglesia de América Latina orientándola por el camino de la liberación. Ejerció una influencia extraordinaria más allá del continente latinoamericano en otras Iglesias: de Europa, Estados Unidos y especialmente en el (entonces llamado) Tercer Mundo. Tuvo importantes repercusiones en los procesos de liberación que estaban produciéndose en el continente, en el pensamiento político latinoamericano y en los movimientos sociales. He publicado cuatro artículos sobre tan memorable efemérides, que pueden leer en mi blog de amerindiaenlared.org.

 

Estoy saliendo para participar en el encuentro de Quito con motivo del 30  aniversario de la muerte de monseñor Leonidas Proaño, donde dictaré una conferencia sobre “Paradigmas teológico-políticos de después de Medellín”. En ella haré mención de la ponencia dictada por monseñor Proaño en Medellín sorbe “Coordinación pastoral”, en la que criticó con sentido crítico, e incluso con tono sarcástico, exigió un cambio de mentalidad que requería fidelidad a la realidad humana y al Evangelio, solidaridad con las personas empobrecidas pobres, audacia pastoral y trabajo en equipo.

 

Unos días después, del 28 de agosto al 1 de septiembre participaré en el Encuentro organizado por el SICSAL en la ciudad de Medellín sobre “El grito de los pobres, gritos de la vida, luces y sombras a 50 años de Medellín. Lectura negra, indígena, de género, ecológica, ecuménica, juvenil”. Allí hablaré de “Medellín, la teología de la liberación y la Iglesia de los pobres desde los nuevos sujetos sociales”.

 

Ofrezco el quinto artículo titulado DESPUÉS DE MEDELLÍN: PERVIVENCIA DEL COLONIALISMO Y ESTUDIOS POST- Y DE-COLONIALES

 

Crítica de Medellín al colonialismo y al imperialismo

 

Influencia especial han tenido en la elaboración de las teologías post- y de-coloniales los análisis de Medellín sobre el “colonialismo interno” y el “neocolonialismo externo”.  Bien puede afirmarse que la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano de 1968 se adelantó a las teorías post- y de-coloniales en su crítica tanto al “colonialismo interno” como al “neo-colonialismo”. Del primero destaca los siguientes fenómenos: 

 

- las desigualdades entre las clases sociales, sobre todo en países caracterizados por un “marcado biclasismo”; 

 

- las diversas formas de marginalidad: socioeconómicas, políticas, culturales, raciales, religiosas; 

 

- las frustraciones crecientes por las desigualdades excesivas que impiden  “sistemáticamente” a los sectores menos desfavorecidos satisfacer sus legítimas aspiraciones; 

 

- las diferentes formas de opresión de grupos y sectores dominantes y más favorecidos, insensibles a la miseria de los sectores marginados; 

 

- la violencia represiva de los sectores dominantes contra quienes quieren cambiar las estructuras injustas, a los que acusan de subversivos, cuando lo que hacen en realidad es denunciar la injusticia estructural, luchar contra ella y trabajar por un mundo más justo;

 

- la creciente toma de conciencia de los sectores oprimidos de su opresión y de la necesidad de organizarse para su lucha sea eficaz (Paz, nn. 2-7).

 

También es objeto de análisis crítico el “neocolonialismo externo”. Se refiere “a las consecuencias que entraña para los países latinoamericanos su dependencia de un centro de poder económico, en torno al cual gravitan”, cuyo resultado es  que “nuestras naciones, con frecuencia, no son dueñas de sus bienes ni de sus decisiones económicas”. Entre las consecuencias del neocolonialismo interno Medellín destaca las siguientes (Paz, nn. 8-9): 

 

- distorsión crecente del comercio internacional por la depreciación de las materias primas y la supervaloración de los productos manufacturados, con el consiguiente mantenimiento de los países productores de materias primas en la pobreza y el enriquecimiento cada vez mayor de los países industrializados;

 

- fuga de capitales económicos de los sectores acomodados de los países latinoamericanos y fuga de técnicos y personal competente en busca de seguridad y de lucro personal; 

 

- evasión de los sistemas tributarios establecidos y fuga de divisas y dividendos al extranjero con renuncia a reinvertir en los propios países de origen; 

 

- sistema de créditos internacionales que no tienen en cuenta las necesidades reales ni las posibilidades de los países latinoamericanos, abrumados por los endeudamientos progresivos; 

 

- monopolios internacionales que, “inspirados en  el lucro sin freno, conducen a la dictadura económica y al ‘imperialismo internacional’ del dinero” (Paz, n. 8).

 

Medellín denuncia el “imperialismo de cualquier signo ideológico, que se ejerce en América Latina, en forma indirecta y hasta intervenciones directas” (Paz, n. 11), en clara referencia a golpes de Estado del imperialismo, que todavía siguen produciéndose, v. c., en Honduras, Brasil, Guatemala…

 

Europa, colonizadora

 

Comienzo con algunas aclaraciones que me parecen importantes en este tema. Coincido con Boaventura de Sousa Santos en que hay “tres Sures”: 

 

- el geográfico: se encuentra en el hemisferio Sur: desde el punto de vista sociológico “es inerte”. Por ejemplo Haití está en el Norte y Australia en el Sur.

 

- el geopolítico: el Sur es el conjunto de pueblos sometidos al colonialismo europeo, que vivieron dominados política y epistemológicamente.

 

- el Sur Global: no es un concepto geográfico,  sino la metáfora de la injusticia estructural y del sufrimiento sistémico de las clases y los pueblos oprimidos, provocado por los diferentes sistemas de dominación que actúan en alianza y complicidad: capitalismo, colonialismo, imperialismo, patriarcado, fundamentalismos, racismo y xenofobia, modelo de desarrollo científico-técnico de la Modernidad basado en la centralidad del ser humano, etc. Es en esta tercera aceptación en la que utilizamos el concepto Sur1.

 

La segunda aclaración es que la tarea de descolonización le afecta especialmente a Europa, que desde siglos constituye el centro del colonialismo moderno. Su complejo de superioridad en todos los órdenes la llevó a creer que tenía una misión regeneradora-redentora del mundo y la incapacitó para descubrir los valores culturales, religiosos, éticos y estéticos de otras cosmovisiones2.

 

La tercera aclaración es que el pensamiento y las prácticas de las organizaciones sociales y políticas de izquierda del Norte Global en su mayoría empezaron siendo colonialistas (v. c. Marx, Engels, la Socialdemocracia europea, los partidos comunistas…), suscribieron el “pacto colonial”, aceptaron acríticamente que las independencias de las antiguas colonias terminarían con el colonialismo y minusvaloraron el neocolonialismo y el colonialismo interno.

 

Pervivencia del colonialismo 

 

Pero se equivocaron, y esta es la cuarta observación: el colonialismo sigue vivo y activo en todos los campos: político, económico, cultural, social, educativo..., bajo formas más sutiles de dominación, si cabe. Cincuenta años después de Medellín, el colonialismo interno y el neocolonialismo externo siguen vivos y activos en todos los campos, incluso bajo formas más sutiles de dominación. Lo expresa con gran lucidez la antropóloga Liliana Suárez Navaz: 

 

“El colonialismo no es un periodo histórico superado, un fósil inerme. Es una semilla que aún da sus frutos, reproduciendo una característica administración del pensamiento y sustentando un sistema de extracción de la mayoría de explotación del planeta... Aunque el sistema político de los imperios coloniales en sentido estricto quedó felizmente en el pasado, sus secuelas están presentes en las nuevas formas de imperialismo económico y político {y religioso, añado yo}, liderado por capitalistas neoliberales en todos los rincones del mundo. Esta globalización tan trillada tiene efectos perversos para las mujeres. Aunque ciudadanas, estas dinámicas nos están empujando hacia una mayor pobreza, más responsabilidades nuevas, formas de migración, nuevas formas de control y violencia”3

 

Conforme a la interpretación del proyecto Colonialidad-Modernidad, la colonialidad pervive aun cuando el discurso políticamente correcto declare que ha terminado el “periodo colonial”. Los sucesivos procesos de descolonización política y jurídica no se tradujeron en procesos de decolonialidad4. Recurriendo a la expresión de Habermas, podemos afirmar que “el mundo de la vida” (Lebenswelt), formado por la cultura, la sociedad y la personalidad, se torna cada vez menos independiente al someterse a la monetarización y a la burocratización, y sigue estando colonizado por la lógica del mercado y por el sistema, que ejerce su poder sobre él5.

 

La pervivencia del proyecto cultural colonial se retroalimenta y refuerza con otros sistemas de dominación como el patriarcado, el capitalismo global, el desarrollo científico-técnico de la modernidad, el antropocentrismo depredador de la naturaleza y los diferentes fundamentalismos. Por eso es tarea prioritaria descolonizar, lo que significa erradicar de las relaciones sociales toda forma de dominación basada en la dialéctica superioridad-inferioridad tanto a nivel individual como colectivo. 

 

Como respuesta a la pervivencia del colonialismo se han puesto en marcha importantes procesos de descolonización en los diferentes campos: las religiones, la teoría del conocimiento, el feminismo, la epistemología, las ciencias sociales, los modos de producción, las formas de organización social y política, los movimientos sociales, la teoría de los derechos humanos, la teoría crítica, la ética, la estética, las teologías, etc. 

 

Discursos post- y de-coloniales

 

A su vez se están desarrollando importantes discursos post- y de-coloniales, entre los que cabe destacar los siguientes: la descolonización de las ciencias sociales (Jack Goody, André Gunder Frank, John M. Hobson), los Estudios de la Subalternidad (Ranajit Guha, Gayatri  Chakravorty Spivak, Dipesh Chakrabarty), los Estudios Africanos (Achille Mbambe, Paulin  J. Hountondji, Amina Mama),  la filosofía latinoamericana de la liberación (Leopoldo Zea, Enrique Dussel, Arturo Andrés Roig), la filosofía Ubuntu (Mogobe Ramose), el proyecto Modernidad-Colonialidad (Walter Mignolo, Aníbal Quijano, Ramón Grosfoguel, Santiago Castro Gómez), la teoría del Encubrimiento del Otro y de la Trans-modernidad (Enrique Dussel), las epistemologías del Sur (Boaventura de Sousa Santos), la crítica del orientalismo (Edward Said) y  los feminismos decoloniales, que subrayan la interseccionalidad de la discriminación de las mujeres por etnia, cultura, religión, clase social, identidad sexual, procedencia geográfica (Chandra Talpade Mohanty, Gayatri Chakravorty, María Lugones). 

 

Estos discursos critican la “violencia epistémica”, es decir, el intento de los colonizadores de arrinconar y eliminar la cultura, el modo de pensar, de vivir, de relacionarse con la naturaleza y los saberes de los pueblos colonizados, el intento de excluirlas de los procesos de aprendizaje en las instituciones escolares,  y la obligación de aprender la lengua y la cultura de los colonizadores hasta convertirla en la lengua y la cultura de los colonizados6.  

 

Se está produciendo una revalorización de los saberes, las formas de pensar y de imaginar el mundo, la relación con la naturaleza y los modelos de organización social y política de los pueblos del Sur Global.    

 

En América Latina hemos asistido en las dos últimas décadas a importantes. avances en los procesos de descolonización, despatriarcalización y desoccidentalización a través de los cambios constitucionales, las nuevas formas de participación política, el reconocimiento del protagonismo de las mujeres múltiplemente oprimidas, de los pueblos indígenas, de las comunidades afrodescendientes y del campesinado como actores de transformación social y sujetos de ciudadanía, de la que antes se veían privados. 

 

La descolonización ha avanzado en estas décadas a buen ritmo y se ha concretado en la liberación de algunos países latinoamericanos de la dependencia de las grandes potencias, el reconocimiento de los saberes y vivires de los pueblos originarios, minusvalorados por el paradigma colonial de la modernidad, la afirmación de la dignidad nacional de los pueblos, el reconocimiento de la plurinacionalidad de los Estados y el cuestionamiento del sistema colonial-capitalista.

 

Continuar el proceso de descolonización inacabado

 

Ahora bien, el proceso de descolonización no está terminado. Tiene no pocas carencias y, últimamente, importantes retrocesos por el acceso al poder de organizaciones y partidos neoliberales y sometidos al Imperio. Por eso dicho proceso sigue constituyendo un desafío fundamental y una tarea prioritaria. Sugiero algunas propuestas que pueden contribuir a llevarlo a feliz término:

 

- Cuestionar las visiones que se han centrado en la descolonización política y económica, pero han descuidado la inter-seccionalidad del poder colonial: etnia, género, sexualidad, cultura, religión, y tomar en consideración el estrecho e indisociable vínculo entre racismo, imperialismo, colonialismo, prácticas e ideologías patriarcales en los procesos de descolonización.  

 

- Elaborar teorías poscoloniales que incluyan las categorías antes indicadas y ofrezcan nuevas herramientas de análisis más acordes con la diversidad cultural de los pueblos.

 

- Crear nuevas estrategias de lucha para construir sociedades descolonizadas inclusivas, inter-culturales, inter-étnicas, inter-religiosas e inter-identitarias, sin que ninguna cultura, religión o etnia sean hegemónicas.

 

Citas

 

1 Cf. Boaventura de Sousa Santos, “Pensamientos y poderes. La construcción de horizontes civilizatorios”, en Oscar D. Soto Badillo y María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera (coords.), El poder hoy, Universidad iberoamericana de Puebla, Puebla, 2016, 41-69.

 

2 Cf. el excelente análisis crítico de eurocentrismo y de la violencia epistémica ejercida por Europa, en Montserrat Galcerán, La bárbara Europa. Una mirada desde el postcolonialismo y la descolonialidad, Traficantes de Sueños, Madrid, 2017.

 

3 Liliana Suárez Navaz, “Colonialismo, gobernabilidad y feminismos poscoloniales·, en Liliana Suárez Navaz y Rosalva Aída Hernández (eds.), Descolonizando el feminismo. Teorías y prácticas desde los márgenes, Cátedra, Madrid, 2008, 31-32.

 

4 La bibliografía de y sobre los estudios poscoloniales es ingente. Cito tres obras que me parecen paradigmáticas al respecto: Walter Mignolo, Historia locales/Diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo, Akal, Madrid, 2013, 2ª reimpresión; Boaventura de Sousa Santos, Justicia entre saberes: Epistemologías del Sur contra el Epistemicidio, Morata, Madrid, 2017;  AA. VV.,  Ensayos Postcoloniales, Traficantes de Sueños, Madrid, 2008.  

 

5 Jürgen Habermas, Teoría de la acción comunicativa. I. Racionalidad de acción y racionalización social, Taurus, Madrid, 1987, 169, 596, 572.  

 

6 Cf. el capítulo dedicado a la “violencia epistémica”, del libro de Montserrat Galcerán, citado en la nota 2, 343-365.

 

Próximo artículo: REFORMULACIÓN DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN BAJO EL SIGNO DESCOLONIZADOR: LAS TEOLOGÍAS DEL SUR

 

 

Juan José Tamayo es Director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”. Universidad Carlos III de Madrid

 

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