Reflexiones desde la República Checa sobre el III Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña

15 de Setiembre de 2018

[Por: Tim Noble, Praga | Traducción: María Elena Bicera]




Apenas tres días antes del comienzo de la Conferencia de Medellín, el día 24 de agosto de 1968, las fuerzas del Pacto de Varsovia (la Unión Soviética y sus aliados) invadieron Praga y  Checoslovaquia. Y el día después del martirio de los jesuitas y sus compañeras en la UCA, el día 16 de noviembre de 1989, comenzó la Revolución de Terciopelo. Entonces, como vengo de la República Checa, ya tenía una vinculación especial, tanto con el tema, como con el lugar del Tercer Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña organizado por Amerindia y la UCA.

 

Viajé hacia el Congreso, entonces, con mucha esperanza y mucha expectativa. Y obtuve mucho más de lo que esperaba, tantas cosas para reflexionar y pensar: de las conferencias, de las reuniones en torno a los temas, de los momentos de espiritualidad, de las visitas y aún más importante, de los encuentros con personas de tantos países diferentes, unidos por el amor a Dios y sus pobres.

 

Voy a comenzar, como buen teólogo, con las conferencias, la gran mayoría de las cuales (una sola excepción) fueron buenas y ricas. Lo primero a destacar es que fueron realmente teológicas. Unos días antes de viajar a El Salvador fui a una conferencia en Europa y casi todos los teólogos dieron  conferencias que no tenían casi nada de teología. En el Congreso, sin embargo, aún los temas más sociológicos tuvieron una base teológica fuerte y enriquecedora. Creo que ése, es uno de los grandes aportes de la Teología de la Liberación a la teología en general, es posible abordar los temas políticos, sociales, económicos, como teólogo, porque Dios tiene algo que ver con todos los momentos de la vida y, por lo tanto, todo tiene su dimensión teológica.

 

Otra cosa importante, fue el balance de las conferencias. Tuvimos los testimonios, de personas que fueron a Medellín, de las personas que saben acerca de los efectos de Medellín, de las personas que conocían a San Romero y de ahí en más. Tuvimos también conferencias que se interesaron en la historia de Medellín, cómo fue, pero también cómo es. La memoria es importante, y aún más cuando puede ayudar a vivir en el presente. Fueron conferencias que hablaron de la actualidad latinoamericana, y una conferencia, la última mañana, donde se habló de los desafíos que enfrenta la iglesia hoy en día. Creo que fue lo que se puede llamar un abordaje exhaustivo y coyuntural, para mí, eso fue una gran riqueza.

 

Por más buenas que fueran las conferencias, tal vez lo más impresionante para mí, que estaba por primera vez en El Salvador, fue la posibilidad de conocer los lugares del martirio. Quedé realmente emocionado con a visita a la capilla donde fue asesinado Monseñor Romero y la posibilidad de ver su casa pequeña y el amor de las personas en torno a su tumba en la catedral. Esas cosas tocan el corazón de una manera directa. Le dan sentido a las palabras que oímos en el auditorio. Como mucha de la teología de los Padres de la Iglesia primitiva, la Teología de la Liberación gana su fuerza y muestra su necesidad porque viene también de los mártires, de las mujeres y hombres que fueron asesinados porque creyeron en un Dios que quiere un mundo de justicia para los pobres, de amor, de alegría, en el medio de tantos sufrimientos y tantas luchas. Experimentar eso de cerca, con el querido San Romero y con los jesuitas de la UCA es algo que va a quedar comigo todos los días de mi vida.

 

Fueron presentados varios temas interesantes. Por tener como telón de fondo Medellín, no es de extrañar que un tema importante fue la memoria, de Medellín y Puebla, pero, sin duda y aún más fuerte la de los y de las mártires. La memoria es más que “saudade”, de querer volver a los tiempos anteriores, mejores. La memoria es la fuerza de este caminar en presente y eso fue bien claro en las conferencias, en las visitas, en los encuentros. Medellín es importante aún, porque inició un cambio eclesial enorme. Pero otro tema fuerte, fue que ese cambio quedó inacabado y que hay mucho por hacer. 

 

Aquí vale la pena subrayar el apoyo al Papa Francisco, marcado por la carta que el Congreso le envió, expresando la solidaridad con él en estos momentos difíciles. Por otro lado, tal vez la mayor de estas dificultades y ciertamente de gran importancia, es cómo lidiar con los casos tan chocantes de abuso sexual por miembros del clero contra los menores y de las tentativas de ocultar estos casos por los obispos. Estas negaciones del cristianismo son una muestra clamorosa de la necesidad de cambiar las estructuras de la iglesia, algo que el Papa parece querer, pero que tiene que hacer frente a la oposición de tantos poderes eclesiales. Tal vez, mismo el hecho que sea el Papa quien tiene que hacerlo, es una señal clara del problema – una iglesia jerárquica, una iglesia que quiere salvarse y no cuidar de los pobres, de los marginados, de los desamparados (sin justicia)

 

Por otro lado, sí hay mucho para hacer para que la iglesia se transforme en aquella que debe ser, el propio hecho que fue un tema, muestra cómo la iglesia permanece central en la Teología de la Liberación, de una manera, que no se ve tanto en Europa, donde muchas veces las personas simplemente abandonan la iglesia, para ser cristianos independientes (en la mejor de las hipótesis), sin vinculación a una comunidad concreta. En el Congreso vi que las personas quedan decepcionadas con la iglesia porque la aman y quieren que ella sea aquella iglesia que fue llamada a ser: de los pobres, con los pobres, por los pobres.

 

Sería posible decir muchas cosas más, pero quedo solamente con una. Era un encuentro latinoamericano. En los últimos meses he pensado mucho en el significado de este adjetivo, qué es “latinoamericano”, cuando la gente habla de la teología latinoamericana. La respuesta a esa pregunta es complicada, por lo menos a nivel más teórico. Pero el Congreso mostró también que los problemas teóricos muchas veces desaparecen ante la experiencia de la realidad. Y el Congreso fue una experiencia de la realidad latinoamericana. Las diferencias existen, son claras, pero el Congreso mostró que las diferencias no tienen por qué crear dificultades, sino que pueden contribuir a una unión profunda. 

 

Para mí, la Teología de la Liberación y la opción por los pobres, son y permanecen un don de América Latina para el mundo entero. En mi país necesitamos mucho este don, que nos dé esperanza y una visión ante muchos problemas que compartimos con los países latinoamericanos, la corrupción, el rechazo del otro, la falta de imaginación política, la desilusión. Encontramos en la teología latinoamericana un punto de partida. Vamos a tener que hacer una teología propia, porque nuestro contexto, a pesar de las similitudes, es diferente, nuestra historia es otra, nuestros excluidos son otros. Pero este punto de partida, ya nos ayuda mucho, sabemos que estamos haciendo un camino ya hecho, un camino que va desde Dios, con Dios hasta Dios. 

 

Agradezco de todo corazón por la posibilidad de poder ser parte de esta experiencia maravillosa que fue el Congreso y vamos andando con Dios, en solidaridad, unidos en la fe, en la esperanza y en el amor.

 

*Mi participación en el Congreso fue posible gracias a una beca de la Agencia Checa para la Investigación - GACR, que financió el proyecto "Teología de la Liberación Latinoamericana: desafíos y perspectivas”. (GA?R 18-01543S). E-mail: tim@etf.cuni.cz

 

** Descargue el texto en portugués.

 

 

 

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