25 de Mayo de 2020
[Por: Ariolfo Padilla Neira]
San Juan, en 20,1-18 de su Evangelio, nos cuenta que una mujer es la primera en visitar el sepulcro el domingo muy de mañana: “el primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro” (Jn 20,1a). ¿Cuánto tiempo caminó sola y afligida en esa alborada la distinguida discípula, con los recuerdos amargos de la muerte infame a la que fue sometido su amado Señor el viernes anterior? María de Magdala es, también, la primera que al llegar al lugar de la sepultura nota algo insólito: “ve la piedra quitada del sepulcro” (Jn 20,1b). Ante esta escena chocante del sepulcro abierto, echa a correr atemorizada en busca de los discípulos, para decirles que se han llevado al Señor y que no se sabe dónde le han puesto (Jn 20, 2b). Así es que Simón Pedro y el otro discípulo, es decir, Juan, salieron inmediatamente de carrera hacia el sepulcro…
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