¿Qué buscan?

13 de Noviembre de 2020

[Por: Armando Raffo]




El evangelio de Juan narra la incorporación de los primeros discípulos de Jesús de forma diferente a como lo hacen los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). 

 

Podríamos decir que se subraya la iniciativa de Juan que señala a Jesús como el cordero de Dios y estimula, así, a que los dos discípulos que estaban con él, sigan a Jesús, quién, al verlos les pregunta: ¿Qué buscan? (Jn. 1,38) Uno de ellos era, nada más ni nada menos, que Andrés el hermano de Simón (Jn. 140) (nombre a quién Jesús cambiará por el de Pedro). A la pregunta de Jesús ellos responden con otra pregunta: ¿dónde vives? Estos datos tan escuetos y sencillos esconden un proceso mucho más complejo y profundo de lo que a primera vista parecen indicar. 

 

Suele ocurrirnos que leemos algunos pasajes de los evangelios como por arriba o sin reparar en el desafío que anida en ellos para cada uno de nosotros. En este caso, leemos el pasaje como algo meramente descriptivo o, como si dos discípulos de Juan estuvieran interesados en conocer o saber el lugar dónde vivía Jesús. Más aún, leemos el texto sin percatarnos de contradicciones con otros pasajes de los evangelios como es, en nuestro caso, que según los evangelios de Mateo y Marcos, Andrés estaba echando la red al mar cuando fue el propio Jesús quién le llamó junto a su hermano Pedro. Lo que podría catalogarse como un error de tipo histórico, o una confusión de personas, debe ser entendido como un mensaje específico o como un acento respecto del proceso por el que distintas personas se fueron sumando al grupo de los que se sintieron llamados por la vida y el mensaje de Jesús.  Bien podemos sospechar que aquel: ¿qué buscan? de Jesús a los discípulos que le seguían tiene más elementos de los que, a primera vista, se pueden notar. Vayamos, pues, un poco más despacio.

 

Por una parte, se afirma que los dos discípulos que siguen a Jesús eran del grupo de Juan el Bautista. Esto quiere decir que se trataba de dos personas que habían optado por incorporarse a un grupo específico que se caracterizaba por el deseo de lo que podríamos llamar la recreación o nueva conformación del pueblo de Dios. Ese pueblo renovado tendría que caracterizarse por una conversión ética muy profunda. En efecto, Juan predicaba en la región del río Jordán (Lc.3, 3) invitando a la conversión para el perdón de los pecados. Aquellos que eran bautizados por Juan en el río, debían entrar a la tierra prometida de otra forma; no buscando conquistar un territorio al otro lado del Jordán, como fue la épica entrada del pueblo que había salido de Egipto, sino para crear un pueblo que viviera de otra manera y que fuera bendición para todas las naciones. Se trataría de recuperar la vocación de Abraham cuando sintió la invitación a salir de su tierra para ser bendición: “Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra” (Gn.12,3) Esto quiere decir que aquel pueblo que Juan el bautista iba congregando, habría de cruzar el Jordán bautizándose para significar una conversión radical y comprometiéndose a hacer que aquella tierra fuese la prometida por el tipo de vida que las personas habrían de llevar. Una vida marcada por la solidaridad, la justicia y el trato adecuado y sin ningún tipo de extorsión de unos para con otros (cfr. Lc. 3,4-14)

 

La pregunta, pues, que emerge naturalmente sería: ¿por qué Andrés, que era discípulo de Juan el bautista, se pone a seguir a Jesús?, y, ¿por qué Jesús les pregunta a aquellos dos discípulos de Juan “qué buscan”?

 

Con otras palabras, por qué Juan el bautista, que tenía su propio proyecto por delante y que estaba convocando seguidores, les dice a estos dos que Jesús es el cordero de Dios. Sabemos que se trata de un dato teológico y de un texto que fue escrito mucho después de los hechos narrados. El texto subraya que Juan fue el precursor de Jesús y también explicaría que, luego del asesinato de Juan, muchos de sus seguidores se unieran al grupo de Jesús.

 

Con esta breve introducción la pregunta central de nuestro texto: ¿qué buscan?, cobra una dimensión mayor. Como fue indicado, el relato del evangelio estaría haciendo referencia a un hecho histórico. Después de la muerte de Juan muchos de sus discípulos siguieron a Jesús. 

 

En ese contexto, la pregunta: ¿qué buscan? podría tener varias lecturas. Una muy probable podría ser que, dado que Jesús se había unido al grupo de Juan en un comienzo –bautismo en el Jordán- separándose después, la pregunta era pertinente. Cabe notar que esa separación pone en evidencia que ambos grupos no perseguían exactamente lo mismo. El hecho de que seguidores de Juan se unieran al grupo de Jesús quedaría justificado poniendo en boca del bautista la famosa frase: “Ese es el cordero de Dios”. De esa forma se estaría haciendo una relectura de la vocación profunda de Juan como un precursor de Jesús. En ese sentido, Juan, que ya había muerto, les orientaría hacia Jesús, pero éste, a través de su pregunta, les invita a clarificar lo que sienten, lo que realmente buscan. La respuesta, curiosamente, es otra pregunta: ¿dónde vives?. Ella refleja un cierto desconocimiento, así como una esperanza. ¿Dónde vives?, es preguntar ¿quién eres?, ¿qué buscas? y, también, ¿de dónde brota esa libertad que tienes?, ¿cuál es el manantial que alimenta tu amor? Jesús no les responde con una teoría o un programa político, simplemente les dice: “vengan y lo verán”, como diciendo que la vida debe preceder a las teorías

 

El texto parece recordarnos que todos nos hemos apoyado en alguien para seguir a Jesús. Las personas que de una u otra manera nos orientaron hacia Jesús podrían representar a Juan el bautista. Seguramente se trata de personas que viven o vivieron con un grado importante de coherencia con respecto a sus valores y que, por ello mismo, nos impulsaron a dirigirnos hacia Jesús. La pregunta: ¿qué buscan? en este contexto sería una invitación a clarificar lo que buscamos, a asumir en carne propia lo que queremos para nuestras vidas y a preguntarnos con toda honradez por el sentido de la vida

 

Los discípulos de Juan responden con otra pregunta que denota el avivamiento de una esperanza y la admiración ante aquel hombre que, signado por una libertad inusitada, remitía al misterio de Dios. En efecto, llega un momento de nuestras vidas en que somos invitados a depositar toda nuestra confianza en Jesús para responder con palabras y con la vida por el sentido de la vida.

 

 

Por otra parte, no debemos olvidar que la pregunta de Jesús está en plural y que bien podemos suponer que también se dirige a nuestras comunidades. No estaría nada mal que los distintos grupos y comunidades se preguntasen: ¿qué buscamos?, y ¿cómo estamos buscando?

 

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