26 de Enero de 2021
[Por: María José Encina Muñoz]
Se puede escuchar el grito de Dios “he visto el dolor de mi pueblo, he sentido su aflicción”. Llevamos días luego de celebrar Navidad y nos hemos llenado de propósitos, hemos rogado a Dios por un buen año, un nuevo año después de lo que hemos vivido como sociedad producto del Covid, y a esto podemos sumar la experiencia personal y colectiva que los chilenos y chilenas hemos sentido en carne propia luego del estallido social en la represión del Estado sobre sus ciudadanos. Pareciera que a esta altura ya deberíamos haber aprendido algo sobre dolor e injusticia y el grito inmediato que debe realizarse por pisar ciertas veredas similares, pero nuestro corazón se cierra y pareciera que cada vez más. Tenemos un corazón duro. En el evangelio Jesús lo dice con claridad, “tienen oídos y no oyen, ojos y no ven”. Esas palabras corresponden a una tradición bíblica que será repetida variadas veces, junto con el corazón “duro y rebelde”…
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