El Evangelio en tiempos de protesta: Dios invisible

04 de Julio de 2021

[Por: Jorge Camacho]




4 de julio de 2021

Domingo 14° del tiempo ordinario 

Ex 2,2-5. Sal 122. Mc 6,1-6.

 

“Considerar cómo la divinidad se esconde…”

San Ignacio de Loyola (EE.EE 196) 

 

Te vemos tan cotidianamente que no podemos creer que seas Tu.

Te vemos, pero no te reconocemos. 

 

“Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia” (Sal 122) y creemos que habitas solo allá en tu cielo.

 

Ponemos los ojos en ti y no te vemos, tenemos ojos y no vemos, oídos y no oímos.

 

Estás tan presente, que sólo percibimos tu ausencia.

Te vemos, pero no te reconocemos.

 

“¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?  Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?” (Mc 6,3)

 

Eres demasiado simple, sencillo y familiar para ser Dios.

 

Eres tan solo un tal Jesús, uno más, uno del montón, un cualquiera como tantos otros, un fulano, un don nadie sin historia. 

 

Despreciado en tu propia casa, en tu propio país, un campesino marginal, del pueblo más apartado de los sometidos al imperio romano. 

 

Hoy como ayer eres difícil de ver. Atrofiada nuestra vista por el lente estigmatizador de la colonia, te has hecho invisible a nuestros ojos.

 

Te vemos más fácil en un crucifijo de madera, del que brotan, supuestamente, lágrimas de sangre, que en carne y hueso, a pesar de que transitas constantemente a nuestro lado. 

 

Eres el campesino, que lucha por su tierra, que conserva sus semillas y protege los suelos de la voracidad de las transnacionales.

 

Eres la mujer indígena, que amamanta la vida y cuida de los bosques y las aguas. 

 

Pero no te vemos, porque nos enseñaron a despreciarte, a verte como pobre e ignorante, y cuando te desplazan o te matan, somos indiferentes, o decimos: “por algo sería”.

 

Sales a pescar en la noche, con tu atarraya, sigiloso, y vuelves con tan solo un par de arenques en la madrugada.

 

Trabajas como minero, en socavones de grandes empresas, y mueres poco a poco por efecto de gases tóxicos.

 

Te raptan, asustada, y te vuelven víctima de trata, y pagas con tu cuerpo el derecho a sobrevivir.

 

Pero no te vemos, tal vez porque nos enseñaron a ser racistas, y no te vemos negro, nos enseñaron a ser machistas, y no te vemos mujer. 

Eres invisible a nuestros ojos, a pesar de estar tan cerca. 

 

“¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?  Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”

 

Eres la madre cabeza de hogar que madruga y toma un bus más de una hora, para lavar ropa ajena, para cuidar los hijos de otros, muchas veces sufriendo desprecios, solo para obtener unos cuantos pesos. Como Soledad, que le pedía a su “patrona” las sobras de la comida para alimentar a los perros, que en realidad no tenía, y así pudo dar de comer a sus cuatro hijos por muchos años.

 

Madrugas a construir los grandes edificios que no habitas, y las carreteras que no puedes transitar. Cargas ladrillos, mezclas cemento, a pico y pala consumes tu vida.  

 

Recorres la ciudad vendiendo dulces en un coche de bebé, frutas en una carreta, o lo que encuentras para el rebusque.

 

Te paras en los semáforos para lavar los parabrisas de los carros, o hacer malabares y ganar unas monedas.

 

Pero no te vemos, no queremos verte, tus barrios no son nuestros barrios, ponemos muros para no encontrarnos contigo, pintamos tus casas de variados colores para que de lejos no nos impresionen tus miserias.

 

Te pintamos, te falseamos, te ponemos el traje de “gente de bien”, para estar tranquilos en nuestras iglesias, muy rezanderitos, sin comprender que nuestra religión ya no es el cristianismo, sino el capitalismo, y nuestros templos los centros comerciales y la banca. 

 

Y defendemos con los dientes apretados la propiedad privada, la de los pocos que tienen casi todo. Aferrados a las mentiras del neoliberalismo, la vida se va desmoronando frente a nuestros ojos, sin darnos cuenta siquiera: las aguas, los suelos, el aire, la madre Tierra cada vez más contaminada, cientos de especies extinguiéndose diariamente y millones de seres humanos descartados.

 

El ídolo del capitalismo impide, a toda costa, que te reconozcamos.

 

Deambulas por las calles de las grandes ciudades, sin techo, con la mirada abajada por el tiempo, de día rebrujando en los desechos, de noche tapando el miedo con cartones. 

 

Huyes de la guerra en el campo, de la ambición de los terratenientes, despojado de todo, llegas a buscar un espacio en las ciudades, donde no vales nada, eres un cualquiera, un tal Jesús, invisible a los ojos de los grandes capitales.

 

No importa que mueras en la pandemia, “nosotros ya nos vacunamos en Miami”. Pero tienes que trabajar, hacinarte en los buses, ir a las fábricas, porque la economía no puede detenerse. Sus sacerdotes, tecnócratas académicos dueños del discurso, exigen el sacrificio de miles y miles para sostener a su dios.

  

Vives en barrios periféricos, y siendo joven sueñas con estudiar, con ser médico o sicólogo, abogado o ingeniero, sueñas con ser artista, cantante, bailarín, escritor, o tantas otras cosas, pero no hay opciones para ti, las puertas están cerradas, y luchas por sobrevivir día a día.

 

Entonces gritas a Dios Padre, como en tiempo de los profetas:

 

“Misericordia, Señor, Misericordia,

que estamos saciados de desprecios,

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos, 

del desprecio de los orgullosos” (Sal 122)

 

“¡No más!”, es tu grito, es la hora de mostrarte, de no estar más escondido. Así, en los últimos dos meses te has tomado las calles, has hecho pancartas y reinventado los espacios. Quieres que te veamos, pero sólo atinamos a decirte “vándalo”: como te llamaron hace tantos años a ti y a aquellos dos que crucificaron a tu lado.

 

Epifanía del Paro oscurecida por las balas del Estado: revelación de Dios en Rebeldía de muchachos. 

 

Epifanía que escandaliza a muchos, que se resistirán, sin duda, a abrir los ojos. 

 

Homilía del Padre Jorge Camacho, S.J. 

Dibujo de Luis Camargo integrante de la Red de Dibujantes de Latinoamérica 

 

Tomado de: https://www.facebook.com/1239254819421900/posts/6401836333163697/ 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.