Sostenidos en la gratuidad (II)

02 de Octubre de 2021

[Por: Rosa Ramos]




“Nada te turbe, nada te espante…”

Santa Teresa

 

¿Por qué un “Sostenidos en la gratuidad II”? Porque el “I” expresaba convicciones y sentimientos que poco después fueron confirmados con creces, al punto de pensar que en el artículo había expresado más bien una premonición. 

 

Tuve ocasión de vivir experiencias tan inesperadas como intensas de esa gratuidad, regalo o “yapa”, que me permitieron reafirmar la fe en que la vida se mueve sostenida en tesoros de vínculos, que se puede bailar libre aún en medio de imprevistos, soltando las riendas, confiados como el jinete de la imagen que les ofrezco hoy.

 

Este móvil de la foto, ese caballito que se hamaca –con un fondo gris de lluvia- y cuyo jinete tan confiado va con las manos libres, me lo regaló un amigo hace más de veinte años; un extraño regalo para una mujer adulta. Cuando pregunté por el significado del regalo, me respondió: “significa que la vida es movimiento, no permanezcas inmóvil, confía, juega, danza, otros te sostienen, y Otro”. Muchas generaciones de niños han jugado con el móvil, creo que preguntándose por qué no se los regalaba. Ya no hay por aquí niños que toquen con la punta de un dedito el caballito, así que de vez en cuando lo muevo yo y contemplo hasta que se detiene y vuelvo a darle movimiento, agradecida… Me evoca la libertad paradójica y su hermoso riesgo que se sostiene en un punto casi imperceptible para desplegarse, me anima a invitar a otros a soltar seguridades materiales y confiar audazmente en tesoros sutiles. 

 

En aquel artículo decía: “La vida, la gente, los gestos generosos, la alegría por la vida de los otros, me sigue asombrando, maravillando, poniendo alas, haciéndome libre y confiada. Sigo experimentando tanta belleza y bondad, tanta bendición…” Era una declaración de fe que podría parecer ingenua en medio de este mundo malherido, sin embargo apoyada en algo trascendente decía: “Vivir sostenidos en la gratuidad es experimentar en todo la Gracia, es sorprenderse ante la Presencia del Dios invisible en mil gestos visibles…”

 

Hoy lo suscribo, con más convicción aún si cabe, y ¡siempre cabe convencerse más a partir del asombro y la maravilla! He experimentado en este tiempo tanta acogida, tanta empatía, tanta generosidad y solidaridad que, lejos de perturbarme o dudar ante ciertas dificultades, me animó a acoger lo nuevo y ser punto de apoyo para otros “porque la vida es movimiento” y muchas veces “hay que salirle al toro” con audacia y entusiasmo. En ese mismo movimiento del “punto de encaje”, al decir de Don Juan de Castaneda, se descubre en cascada un mundo nuevo en sí y en otros, porque “no puede tocarse una flor sin mover una estrella”.  Se nos da una epifanía, una manifestación sorprendente de lo gratuito, de lo mejor de cada persona.

 

Esta experiencia de asombro agradecido por tantos regalos, también se ha dado en este tiempo ante otros hechos que nos conmueven e interpelan. Uno ha sido la salud recuperada “milagrosamente” de quien me regalara el móvil de la foto; diría que lo salvó tanto amor y cuidado recibido. A la vez, se fue generando una gran ola de fe y apuesta a la vida  entre los amigos, que nos ha hermanado muy fuertemente trascendiendo orígenes, edades e historias. Sosteniéndolo, nos sostuvimos, queriéndolo, aprendimos querernos mejor unos a otros. 

 

 Por otra parte, este 2021 que entra en el último trimestre, ha sido un año de muchas pascuas cercanas que también han movido el punto de encaje y sido ocasión de reflexión y de extraños regalos. En aquella entrega anterior nos asombrábamos contemplando a Miguel Hernández sufriendo enfermedad y prisión, pero alegrándose por la visita real -o en sueños- de su mujer y pequeño hijo hasta escribirles un poema. Hoy quiero compartirles otros asombrosos regalos de la vida cuando nos pone en movimiento inesperado, porque Dios no se deja vencer en generosidad ni en la vida ni en la muerte; lo dice San Pablo: "Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos." (Rom.14, 8)

 

Josefina, una amiga muy querida, laica uruguaya comprometida, entregada su vida a tantas causas y a los más vulnerables desde muy joven, en una semana vivió la inesperada pérdida-pascua de uno de los hijos que había adoptado, con el que tenía un vínculo muy especial, y la de una ahijada que había acogido en su casa para acompañar el final de sus días. Pero Josefina en su loca sabiduría (¿cómo no recordar otra cita de Pablo: “…la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres…”? 1 Co. 1, 25) apeló a la memoria agradecida, como lo ha hecho siempre, y tras un período de silencio contemplativo, hizo como las ostras al ser heridas por algo extraño: produjo perlas brillantes que regala a quien quiera recibirlas.

 

Otras personas amigas enfermaron, “santos de la puerta de al lado”, cristianos anónimos, que dejan un estela silenciosa y tibieza en el corazón aunque sus historias no tengan prensa. Asimismo algunos grandes referentes de nuestra sociedad e Iglesia han partido en este 2021. Sobre el dominico Luis Carlos Bernal escribe en esta entrega Armando Raffo, sobre Paul Dabezies ya se ha escrito en números anteriores, pero diré también algo. 

 

No fue fácil estar tan lejos cuando el pronóstico de Paul cambió de un día para otro y dos días después vivió su pascua. Pude comunicarme a la distancia con muchos amigos cercanos a él entre el asombro, la gratitud y el dolor, y luego estar presente en la Eucaristía del mes, tan rica en testimonios que iban quitando el velo para dejar al descubierto sus muchas facetas y tantos grupos que acompañaba con su sabiduría, generosidad y humildad. Afortunadamente ya nos podemos reunir y celebrar juntos, éramos muchos, un enorme templo lleno, también nos animamos a abrazarnos -esos abrazos por tanto tiempo vedados por la pandemia-. Paul nos deja un gran legado, que sólo lentamente y a lo largo del tiempo se aquilatará -en parte-, pero ya nos ha regalado el sentirnos unidos, el reencontrarnos como hermanos en la fe, en un modo muy nuestro de vivirla. Paul no nos dejará huérfanos de su fe, amor y humor.

 

María Josefina, Pablo, Cristina, Lourdes, Carlos, Paul, y otros tantos amigos de estela discreta, viven o vivieron, sostenidos en la gratuidad, en la confianza y en el amor, poniendo su tesoro no en graneros seguros sino en la fragilidad y la grandeza humana a la que apostaron. Aceptaron que la vida fuera movimiento, danza improvisada, soltando las riendas de la seguridad para campear o disfrutar el viento de su historia y la de sus hermanos. Con Santa Teresa ante cada sacudida nos repetimos nada te turbe, nada te espante, o con la fe y esperanza antropológica de un viejo revolucionario que en la noche oscura escribió:

 

“Al principio de la vida,
todo es plan y fantasía…
Después vienen los contrastes
peripecias y zozobras.
Como el mar, cuando desgasta
con el golpe de ola y ola.
Los caballos de la vida
trotan, trotan todo el día…
Pero al fin, como al principio
todo es plan y fantasía.”

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