[Por: Francisco José Bosch]

[Cosas que caminaban sueltas hace tiempo, búsquedas que iban por caminos casi paralelos, ha descubierto encrucijadas, territorios de intersección, rituales de encuentro. Ese es, en mi opinión, el gran legado del primer pontificado del fin del mundo: ser-territorio-encuentro frente a la cultura del descarte. 

Al fin y al cabo, diez años de puentes, son diez años de abrazos. Gracias por eso Francisco]. 

Tercera historia: el sustantivo 

Bartos es petizo, chaparro. Pequeño y robusto, macizo que le dicen. Mira mucho el piso. Sobre todo, cuando habla con el extranjero que facilita el taller. Habla de su siembra, de que gracias a la lluvia, a podido llegar al taller, bajar del cerro y encontrarse con sus hermanxs. Dice que siempre lo disfruta. Lo dice, y a penas levanta la mirada. Lo dice mientras se agarra una mano con la otra, al centro de su cuerpo, como escarbando una con otra. Algo en su mirada es triste. Y algo ahí mismo, es una carcajada. 

Hace más de una década, camino errante, mas no perdido, por comunidades de NuestrAmérica. Al principio dando talleres de teología popular, mas tarde generando mingas de escucha, maravillándonos con el Misterio-entre-nosotrxs. Cuando conocí las manos y la mirada de Bartos, era el momento del quiebre entre un taller y una minga. Estaba sucediendo, aunque recién puedo verlo ahora, seis años después.

La noche del tercer día de taller-minga, se había formado un puente humano, con personas a ambos lados, y un buzón al final del recorrido rezaba ‘La buena nueva de nuestras vidas’. Allí iban pasando, unx a unx, entre cantos y vivas, a colocar un papel. En él, habían reconstruido, a su forma, los pasos de Dios por su vida. No logro borrarme la cara de Bartos, con el menton casi que mirando al cielo, con los ojos brillantes, la sonrisa tímida, el papel en sus manos, muy doblado, pasando entre vivas y cantos, a dejar su historia entre líneas. Diría que era otra persona, si no hubiera sido ‘el-mismo’.

Lxs que siempre bajan la mirada para hablar de todo, porque especialistas ya tiene el mundo, levantan el mentón para hablar de como Dios pasa por su vida. Ese paso, esa pascua personal y comunitaria, es dignidad para nuestra especie. El reconocimiento de que el siempre Otrx, se hace Nosotrxs en mi pequeña vida, pone las cosas en su lugar. Lo absoluto ordena y carga de sentido el sustantivo: hijos de Dios, hermanxs todxs, sin señores ni especialistas entre Nosotrxs. 

Bartos, petizo o pequeño, es Bartos. De pie y mirando de frente. Como él, tantas y tantos. Su fe no es copia sino novedad y singularidad absoluta de la revelación del universal en lo concreto. Es por ello, que la vuelta al sustantivo, nos abre la jugada…

‘Inventar o errar’ es esa pedagogía de la creatividad nuestramericana que Simón Rodriguez propuso y Jorge mundializó con un sinfín de neologismos: misericordear, no balconear, primear, cariñoterapia, cultura del descarte, y muchas mas. Pero para acercarnos al #ProgramaFrancisco se impone una sola palabra como espina dorsal de su propuesta. 

En Temuco, como veíamos en el posteo anterior, distinguía entre unidad y uniformidad. La operación es inversa, cuando rescata un adjetivo periférico para volverlo sustantivo, palabra constitutiva, piedra o sustancia del ser-eklessia-hoy.

Hoy, con toda la estructura eclesial empeñada en asambleas continuas de sinodalidad, se terminan de abrir las oxidadas bisagras que el Concilio Vaticano II empujó con fuerza para que el viento del Espíritu haga nueva nuestra catolicidad.  

Volver a lo fundamental para un nuevo nosotrxs. Huele algo así: quitarle adjetivos que funcionan como muro, al sustantivo mas grande. Hacer puente, volver a mezclar y salir más bellos, mas hermanxs. Algo así.

Dios inventa en la vida de cada Bartos, de cada comunidad. Volver a escuchar, a colocar esas Pascuas al centro, está generando una nueva catolicidad, una nueva mezcla, una nueva Eklessia. 

Francisco Bosch

Coordinador continental de formación en CEBs