[Por: Jaume Flaquer | Cristianisme i Justiça]
Francisco nos ha dejado. Tras un papado de casi doce años, nos damos cuenta de que será recordado como el Papa de la «Iglesia en salida», como alguien que lideró el movimiento de la Iglesia hacia las «periferias existenciales», que des/centró a la Iglesia. Él, que venía de los confines del mundo, se instaló en el centro, para que la Iglesia mirase a las periferias. Las periferias irrumpieron en el centro y el centro —a menudo— no las recibió.
Podemos sintetizar lo que ha sido el papado de Francisco en quince expresiones o conceptos que han guiado su teología y sus discursos:
Misericordia (1). La misericordia es probablemente el primer concepto con el que se quiso distinguir Francisco. Lo puso en un lugar central de su escudo, junto con las referencias a Jesús, a María y José. Encontramos la frase «miserando atque eligendo», ‘le miró con misericordia y le eligió’, en referencia a la llamada de Jesús a Mateo. Esta escena evangélica forma parte de la historia personal de vocación juvenil del Bergoglio, pero ha sido también un programa de gobierno: la Iglesia debe ser lugar de acogida de todos. Por ello, el Papa expresó que el confesionario no podía ser una sala de tortura.
La Iglesia debe ser un «hospital de campaña» (2), para poder curar las heridas de todos como el Buen samaritano. Es desde de esta espiritualidad —que bebe del Evangelio— que Francisco abordó desde el principio dos cuestiones muy polémicas: la de la acogida de los homosexuales y la de los divorciados vueltos a casar. Esta misericordia y esta acogida se basa en el convencimiento antignóstico de que la Iglesia de Cristo no es una «iglesia de los puros» sino la de los pecadores que son llamados para seguir a Jesús. Nace de la contemplación en los Ejercicios Espirituales de un Jesús que toca y se deja tocar por los impuros. Jesús no se aleja de los leprosos, recaudadores de impuestos, mujeres con flujos de sangre, prostitutas, sino que es fuente de salvación y esperanza para ellos. Los sacramentos no son el premio del perfecto sino el viático del caminante.
Por ello, Francisco considera que la tarea evangelizadora consiste en iniciar procesos (3) porque el tiempo es superior al espacio (4). Tendemos a ocupar posesivamente espacios cuando debemos inspirar para poner en movimiento. El Deuteronomio ya advertía de los peligros de «poseer la tierra» prometida justo antes de cruzar el Jordán tras una vida de «arameo errante» por el desierto. La idea del proceso y del tiempo es clave para entender la misericordia a la que se refiere Francisco: Dios juzga procesualmente, a cada uno según donde está, según de donde parte. Unos padres no juzgan igual al hijo que va a intentar escalar el pozo de la drogadicción…
Solo desde la idea de proceso y confiado en la ayuda de Dios tiene sentido vivir desde la esperanza (5), que es uno de los últimos conceptos que ha puesto en juego Francisco dedicándole un jubileo. La Bula de convocación está atravesada por una contemplación de la realidad del mundo, donde el tema de la paz, los dramas sociales y la ecología están muy presentes.
La Iglesia de Francisco es una Iglesia en salida (6), cuyo centro tiene la mirada y el corazón en las periferias, que no son solo geográficas sino también unas periferias existenciales (7). A ellas han ido los expulsados del sistema económico, político e incluso religioso. La Iglesia debe acoger también en su hospital de campaña a gente herida por los mismos cristianos.
Francisco ha querido no solo reformar la Curia sino también su espíritu. Muchos de sus discursos del primer año de pontificado estuvieron dirigidos al clericalismo eclesial. Popularizó la expresión «pastor con olor a oveja» (8) para indicar que los sacerdotes deben acompañar a la gente —y no hablar desde el despacho—, conociendo y compartiendo sus sufrimientos. Debe estar a veces delante del rebaño guiando, entre el rebaño acompañando y detrás del rebaño recogiendo a las heridas y desanimadas para no dejar a nadie atrás.
Ese cuidado por los últimos supone también un cuidado por la casa común (9) que es nuestro planeta. Es un cuidado que el Papa ha puesto en relación con san José, custodio de Jesús, sin poseerle. Francisco ha unido la preocupación ecológica con la preocupación social, mostrando que lo que parecían dos opciones contrapuestas en los años ochenta son en realidad una sola: los pobres serán los más afectados por el cambio climático.
Por ello, Francisco ha hablado de una ecología integral (10) que «incorpore dimensiones humanas y sociales». Lógicamente, la elección del nombre del santo que cantaba al «hermano sol y a la hermana luna» y que tuvo una relación especial con la naturaleza apuntaba no solo a la sencillez de la Iglesia sino a su relación con la naturaleza.
Otro concepto que desarrolló mucho los primeros años fue el del gaudium o alegría (11) por la fe. Francisco incluyó este término en numerosos documentos: en su primera exhortación de 2013, Evangelii Gaudium (‘la Alegría del Evangelio’), en Gaudete et exsultate (2018, ‘Alegraos y Exultad’), y en la Constitución apostólica sobre las Universidades Veritatis Gaudium (2017, ‘La alegría de la verdad’). En el mismo sentido aparece el júbilo que se transforma en alabanza en la exhortación Laudate Deum (2023), sobre la crisis climática, y en la encíclica Laudato si’.
Otro de los conceptos fundamentales es la categoría de pueblo (12), recibida a través de la llamada teología del pueblo, desarrollada en Argentina por diversos teólogos como Lucio Gera, Rafael Tello, Juan Carlos Scannone o Carlos M. Galli, entre otros. Es una teología que puso en un lugar central la categoría de Iglesia como pueblo peregrinante esbozada en el Concilio Vaticano II. A diferencia de la Teología de la Liberación, su análisis social no se basa en la lucha de clases sino en las dinámicas de exclusión.
Por ello, Francisco denuncia al capitalismo por su cultura del descarte (13), donde solo tiene cabida aquel que es productivo. El Papa formula su rechazo al aborto como parte de esta cultura. El pueblo, en cambio, es solidario en su destino y camina conjuntamente, es decir, en sinodalidad (14). De ahí que Francisco haya querido abrir los sínodos de obispos a toda la Iglesia, expresando así la unidad del pueblo, al que Dios habla tanto desde arriba como desde abajo. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio solía ir una vez al mes a un santuario mariano a confesar para escuchar al pueblo, que a veces solo se acerca a los santuarios y nunca participa en las parroquias. Todos tienen cabida, «¡todos, todos, todos!». Este «todos» lo formula incluyendo también a toda la humanidad como en aquella oración en pandemia: «Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos» (27-03-2020).
La categoría de pueblo y su herencia latinoamericana ha llevado al Papa a condenar tanto los colonialismos culturales como los nacionalismos excluyentes. Los primeros no respetan ni a los individuos ni a los pueblos, y los segundos introducen una dinámica anti-evangélica. Las propuestas que claman «los de aquí primero» son denunciadas por Jesús en su respuesta a la pregunta «¿y quién es mi prójimo?». La carta de Francisco a los obispos de Estados Unidos (11-2-2025) defendía la necesaria corresponsabilidad con lo global y el sínodo de la Amazonía exigía el respeto por lo local. Además, desde la categoría de pueblo Francisco recogía la importancia del desarrollo de los derechos del individuo desde la modernidad y, a la vez, denunciaba la deriva hacia el individualismo. La primacía no la tiene el cogito del individuo cartesiano, sino el pueblo y la relación en la que el individuo nace.
De esta manera, llegamos al último de los conceptos clave del Papa: la fraternidad (15), que es central en el Documento de la Fraternidad (2019) firmado con el Gran Imán de al-Azhar y en la encíclica Fratelli Tutti. El Papa afirma que es necesario no olvidar la fraternidad en el empeño por los otros dos principios de la Revolución Francesa, la igualdad y la libertad. Esa solidaridad de hermanos incluye, una vez más, a «todos».
En síntesis, no deja de ser admirable que un Papa que no acabó el doctorado en teología haya sido tan inspirador conceptualmente.
Publicado en: https://blog.cristianismeijusticia.net/2025/04/22/el-pontificat-del-papa-francesc-en-quinze-expressions
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