Juan José Tamayo: “Espero que el nombre elegido por el Papa se traduzca en la defensa de los derechos de la clase trabajadora”

10 de Mayo de 2025

[Por: Javier Andrade | Nortes]




No hay duda de cuál es mi primera pregunta querido Juanjo, ¿cómo valoras a elección del nuevo Papa León XIV?

 

Durante los últimos 25 años he visitado con frecuencia Perú y he podido conocer de cerca las opiniones de colegas teólogas, teólogos, comunidades de base y profesores de Universidades sobre el misionero agustino estadounidense-peruano Robert Prevost, que el 8 de mayo fue elegido papa por 133 cardenales de 71 países en la cuarta votación. Todos coinciden en hacer un una valoración positiva sobre él. Mis sensaciones son también positivas. El primer dato a destacar es su migración inversa: del Norte global al Sur Global, de Estados Unidos a Perú. Fue allí donde conoció la teología de la liberación que nació precisamente en Perú a finales de la década del sesenta del siglo pasado. Su creador fue el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, que en 1971 publicó su libro más emblemático Teología de la liberación. Perspectivas, con 22 ediciones en castellano y numerosas traducciones.

 

Otro dato a destacar de su persona es el nombre elegido como papa: León XIV, que recuerda a León XIII, autor de la primera encíclica social, Rerum novarum, publicada en 1891. Era la primera defensa papal moderada de la clase trabajadora en plena revolución industrial, 43 años después del Manifiesto comunista. Espero que el nombre elegido se traduzca en la defensa de los derechos de la clase trabajadora, cada vez más mermados por el neoliberalismo, que el obispo y profeta Pedro Casaldáliga calificó de “la gran blasfemia del siglo XXI”. Esto me lleva a confiar en que su pontificado se caracterice por continuar el legado social de Francisco, que le nombró primero obispo de la diócesis peruana de Chiclayo, después presidente del Dicasterio de los Obispos, una de las instituciones más importantes de la Curia romana que se encarga de nombrar a los obispos de todas las diócesis del mundo, y posteriormente cardenal.

 

Yo soy conocedor de tus postulados teológicos y me gustaría que nos dieses, tu opinión sobre la situación de distintos temas dentro del pensamiento actual de la Jerarquía Católica. Para empezar: el papel de la mujer en la Iglesia.

 

Yo defino a la Iglesia católica como una patriarquía, en la que el poder está en manos de un sector muy reducido de personas: el papa, los obispos y los sacerdotes. Es, por tanto, una institución jerárquica. piramidal, patriarcal y clerical, en la que mujeres no son reconocidas como sujetos morales y eclesiales, son excluidas de los ámbitos donde se toman las más importantes decisiones sobre el presente y el futuro de la Iglesia, de la representación de Dios y de Jesús de Nazaret, del acceso a los ministerios ordenados y del liderazgo eclesial. 

 

Y todo teniendo como base la imagen masculina de Dios y de Jesús de Nazaret. La contradicción radica en que las mujeres, que son mayoría en la Iglesia católica, son cristianas de segunda o tercera categoría, a las que se recurre para ejercer funciones auxiliares. Viven en una situación de marginación y discriminación con expresa negación de la igualdad de género y de la paridad en los órganos de representación.  Es sin duda una de las situaciones más escandalosas y antievangélicas, que está provocando dos reacciones: el abandono de la institución eclesiástica, que no del cristianismo, y la rebelión de las mujeres en defensa de la igualdad de derechos en todos los ámbitos de la comunidad cristiana. 

 

Los derechos de las personas LGTBQA en la Iglesia Católica

 

Es sin duda otra de las asignaturas pendientes en la Iglesia católica, que contrasta con el reconocimiento de la comunidad LGTBIQ+ y de sus derechos en la legislación de muchos países y por parte de la sociedad. La actitud de la jerarquía es de rechazo a cualquier tipo de relación afectivo sexual y de identidad de género que no se atenga a la heteronormatividad y a la binariedad sexual. Incluso el Papa Francisco que afirmaba que la homosexualidad no era delito y por tanto no era punible jurídicamente, sin embargo, seguía defendiendo que era pecado. La jerarquía sigue enrocada en su concepción del matrimonio como unión indisoluble de un hombre y de una mujer. Conforme a esa concepción condena enérgicamente el matrimonio homosexual, lo que significa poner límites al amor, que es el precepto fundamental de Jesús de Nazaret. Matrimonio homosexual, reconocido en numerosos países.  

    

La Sinodalidad o dicho en lenguaje político, la democracia participativa

 

La Iglesia católica vive instalada en una permanente contradicción. Defiende la democracia, los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres en la sociedad y en el terreno político, mientras no las reconoce en su seno. Si en el plano político la fórmula para elegir a los representantes es “una persona, un voto”, en la iglesia católica los únicos que votan son los obispos para elegir a sus representantes en las Conferencias Episcopales y los cardenales para elegir al papa. Si en alguno de los órganos pastorales, votan los seglares, las decisiones que se toman son solo consultivas.

 

Es verdad que en los últimos Sínodos de obispos han votados los seglares, entre ellos las mujeres, pero solo representaban el 25% de los votantes, el resto eran obispos. A parte de estos casos, excepcionales y por primera vez en la Iglesia católica, no existen órganos de participación del pueblo de Dios, lo que demuestra que no es un pueblo soberano, sino sometido a los dictámenes de la jerarquía, que es quien gobierna la Iglesia de manera autoritaria.

 

Ni siquiera hay democracia representativa, menos aún participativa. El papa es elegido por los cardenales que él mismo o sus predecesores han nombrado. Los obispos son nombrados por el papa sin la intervención de los cristianos de las diócesis a las que son destinados. Los sacerdotes son destinados por el obispo a las parroquias sin consulta previa a los parroquianos. El símbolo más potente de la prohibición de los cristianos y cristianas de participar en la toma de decisiones y en la elección de los cargos directivos en la Iglesia católica fue la orden de un obispo funcionario vaticano al comienzo del cónclave: Extra omnes (¡Fuera todo el mundo!).   

 

¿Y la ¿Sinodalidad?

 

Tras los dos sínodos sobre la Sinodalidad no se ha producido ningún cambio en la democratización de la Iglesia. Esta sigue siendo una autocracia.      

 

Otro tema: la revisión de los Acuerdos Iglesia Católica y Estado

 

Los Acuerdos de la Santa Sede y el Gobierno, de 1979, que son en realidad una revisión del Concordato de 1953, no su supresión, mantienen casi intactos los privilegios concedidos a la Iglesia católica durante el franquismo: educativos, económicos, fiscales, culturales, culturales, militares jurídicos, etc. Son, por ello, preconstitucionales e incluso anticonstitucional, ya que no respetan el principio de laicidad y de igualdad de todas las religiones ante la ley. Sin embargo, ni la jerarquía católica ni los diferentes gobiernos de la democracia durante los cuarenta y seis años de vigencia han mostrado interés alguno por revisar los Acuerdos, y menos aún eliminarlos. Tal situación ha llevado a que todos los gobiernos de la democracia española desde 1977, de derechas, de izquierdas y de centro, han sido rehenes de la Iglesia católica.  

 

Publicado en: https://www.nortes.me/2025/05/09/espero-que-el-nombre-elegido-por-el-papa-se-traduzca-en-la-defensa-de-los-derechos-de-la-clase-trabajadora/#google_vignette

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