31 de Agosto de 2025
[Por: Leonardo Boff]
La Presidencia de la COP30 y el Círculo del Balance Ético Global, junto con el Movimiento Global de la Carta de la Tierra hicieron una invitación abierta a todos los interesados para contribuir al Balance Ético Global (BEG).
Por tanto, como miembro de la Carta de la Tierra Internacional, me propongo responder a las preguntas formuladas por la Presidencia de la COP30. Veo en la Carta de la Tierra y en la encíclica del Papa Francisco Cómo cuidar de la Casa Común fuentes inspiradoras para una Ética en nuestro turbulento tiempo.
Preguntas / Respuestas:
1. ¿Por qué tantas veces negamos o ignoramos lo que la ciencia y los saberes tradicionales dicen sobre la crisis climática y compartimos o toleramos la desinformación aun sabiendo que nuestras vidas están en peligro?
R/ La desinformación es voluntaria. Muchos jefes de estados ricos y CEOS de grandes corporaciones saben los peligros, pues están presentes y son innegables, como el calentamiento global, las crecidas de los ríos inundando ciudades enteras, los inmensos incendios en California, en Amazonas, en España así como la presencia de varios virus, en particular el Coronavirus que alcanzó a toda la humanidad.
Niegan estos datos claros porque son antisistémicos. El sistema del capital hoy mundializado se concentra cada vez más (1% contra 99%). Tomar en serio estos datos obligaría a este capital a cambiar de lógica, cuidar de la naturaleza en lugar de superexplotarla, cultivar una justicia social y una justicia ecológica. No basta descarbonizar manteniendo la voracidad de acumulación. Como dice la Carta de la Tierra: «Adoptar patrones de producción y consumo que protejan las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario» (§II,7). Ese sistema inhumano y falto de solidaridad jamás va a renunciar a sus ventajas y privilegios. De seguir la lógica del capital, tarde o temprano iremos al encuentro de una gran tragedia ecológico-social que podrá afectar a la biosfera y en el límite a la supervivencia de los seres humanos sobre este planeta que, siendo limitado, no soporta un proyecto de crecimiento/desarrollo ilimitado.
2. ¿Por qué seguimos con modelos de producción y de consumo que perjudican a los más vulnerables y no están alineados con la Misión 1,5°C?
R/ No le interesa al sistema dominante de producción que superexplota a la naturaleza y a los trabajadores, pues eso implicaría cambiar de paradigma de acumulación a paradigma de sostenimiento de toda la vida, humana y de la naturaleza (CT§ I.). Los representantes de este sistema ponen el lucro por encima de la vida, la violencia contra la naturaleza y los seres humanos y la competición por encima de la paz y de la colaboración de todos con todos. Desconocen el hecho científicamente comprobado del “espíritu de parentesco con toda la vida” (CT § Preámbulo c). Ese sistema impide “la justicia social y económica y erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental” (CT III§9). Niega su lugar en el conjunto de los seres, pues todos son importantes para componer el Todo. El sistema de acumulación ya sea capitalista o de otra denominación va contra la lógica de la naturaleza y del proceso de cosmogénesis, pues “se debe tratar a todos los seres con respeto y consideración” (CT § III,15), cosa que no hace. Aquí reside su vacío ético.
3. ¿Qué podemos hacer para garantizar que los países ricos, grandes productores y consumidores de combustibles fósiles, aceleren sus transiciones y contribuyan a financiar esas medidas en los países más vulnerables?
R/ Debemos alimentar indignación contra ese sistema que produce tantas víctimas. Debemos tener el valor de hacer todo tipo de presión contra este sistema que mata y proponernos modificarlo. Usar los movimientos que “cuidan de la comunidad de vida con comprensión, compasión y amor” (CT § I,2) y presionar a los estados y las corporaciones. Saber usar las legislaciones existentes que protegen el medio ambiente y limitan la concentración de riqueza. Todo eso se consiguió gracias a la presión venida de abajo. Pero la indignación y la presión no bastan. Debemos comenzar con algo nuevo y alternativo. El camino más directo y con buenos resultados es vivir y fomentar el biorregionalismo. Dar valor a la región y al territorio. No a los establecidos con límites arbitrariamente por los estados, como por ejemplo, los municipios. Debemos asumir la región como la naturaleza la diseñó, con sus bosques y sus selvas, sus ríos, sus montañas, en fin, su naturaleza con la población que vive allí. Ella tiene su cultura singular, sus fiestas, sus personalidades notables que han existido: “se trata de proteger y restaurar los sistemas ecológicos de la Tierra con especial preocupación por la diversidad biológica y por los procesos que sustentan la vida” (CT § II,5). Se puede realizar un modo de producción con los bienes y servicios naturales locales, sin necesitar grandes fábricas, ni hacer grandes transportes. Sacar de la naturaleza lo que se necesita, respetar sus ritmos y darle tiempo para recuperarse (§ todo el número II: Integridad ecológica). Es posible y viable “construir sociedades democráticas que sean justas, participativas y pacíficas” (CT§ I,3), disminuyendo fuertemente la pobreza e incluso superándola. El centro es la comunidad humana y de vida, y todo lo demás al servicio de este centro. El resultado es alcanzar un modo sostenible de vida como afirma la Carta de la Tierra (§ El camino por delante) y con su desarrollo sostenible, adecuado a aquella región. Hoy hay en el mundo innumerables regiones que viven este proyecto con gran integración de todos. La Tierra entera podría ser como un tapete de biorregiones que se relacionan y se ayudan entre sí, y así salvan la sostenibilidad de todo el planeta Tierra.
4. ¿Qué tradiciones, historias o prácticas (culturales, espirituales) de su comunidad nos enseñan a vivir en mayor equilibrio con la naturaleza?
R/ Muchas ciudades replantan las calles y plazas con plantas nativas. Otras hacen campañas para arborizar espacios degradados o limpiar los ríos de residuos, especialmente plásticos y otros, asegurar la mata ciliar de todos los ríos y riachuelos, incentivar la agricultura agroecológtica en el campo y el cultivo de hortalizas y otros productos naturales en los espacios de tierra entre las construcciones o en las azoteas. Establecer también una relación amigable entre los consumidores de la ciudad y los productores del campo. Se visitan mutuamente e intercambian saberes. Entonces se crea una verdadera democracia de producción y consumo.
5. Teniendo en cuenta que necesitamos garantizar la diversidad en lo colectivo, ¿cómo podemos movilizar a más personas, líderes, corporaciones, empresas y naciones para que apoyen cambios justos y éticos en el combate contra la crisis climática? ¿Qué ideas y valores podrían inspirarnos en esta misión?
R/ En primer lugar es importante transmitir todo tipo de información sobre el estado de la Tierra y las amenazas que pesan sobre ella hasta el punto de poner en peligro la biosfera y la existencia del ser humano. Aquí es importante proporcionar datos sobre la Sobrecarga de la Tierra, es decir, cuánto suelo y mar necesitamos para garantizar la subsistencia de la humanidad. Resulta que la Tierra ha entrado en números rojos. En el año 2024, en los primeros meses del año, hemos consumido todos los bienes y servicios renovables de la Tierra que garantizan la vida. En el momento actual necesitamos casi dos Tierras para atender el consumo humano, especialmente aquel suntuoso de los países ricos, en detrimento de gran parte de la humanidad que no posee alimentos suficientes y padece de falta de agua potable y de infraestructura sanitaria (CT § III,10). Solo en el año 2024 hemos lanzado 40 mil millones de toneladas de CO² a la atmósfera, que permanecen allí unos cien años, a las que hay que añadir 20 mil millones de toneladas de metano que es 28 veces más dañino que el CO², aunque permanezca en la atmósfera unos 10 años. Toda esa contaminación produce un efecto invernadero que calienta cada vez más el planeta. Ahora ha superado la media tolerable de 1,5ºC. En este año 2025 está 1,7ºC por encima de lo que se postuló en el Acuerdo de París en 2015. El objetivo era alcanzar ese nivel solamente en el año 2030. El calor se ha anticipado y ha tenido graves consecuencias humanas, con temperaturas por encima de 40-45ºC en los países europeos y fríos extremos en el Sur del mundo. La ciencia ha llegado atrasada y no puede contener ese calentamiento ni hacer que retroceda, sólo advertir su llegada y mitigar los efectos dañinos. ¿Cuándo estabilizará la Tierra su nuevo nivel climático? Si la temperatura alcanza los 38-40ºC, muchos seres vivos no podrán adaptarse y desaparecerán, tanto en la naturaleza como en la humanidad. Y no nos referimos a una eventual guerra nuclear con «destrucción mutua asegurada» que acabaría con la vida humana, u otro tipo de guerra utilizando la Inteligencia Artificial General, mediante la cual una potencia pueda inmovilizar a otra de tal forma que nada puede funcionar, energía, coches, aviones, cohetes, medios de comunicación hasta el punto de poner de rodillas a la otra nación. Esa guerra no es imposible. No destruye nada pero somete a toda una nación o a toda la humanidad, un despotismo cibernético que controlaría todo hasta la vida privada. La IA autónoma puede decidir que la especie humana no le resulta conveniente y resolver exterminar la vida en la Tierra.
Todo este escenario sombrío nos lleva a proponer un nuevo paradigma, sugerido por la Carta de la Tierra y por las dos encíclicas del Papa Francisco: Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común (2015) y Fratelli tutti (2020). En la Carta de la Tierra se dice así de claramente:
«Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en una época en que la humanidad debe escoger su futuro. Nuestra elección es o formar una alianza global para cuidar de la Tierra y unos de otros o arriesgarnos a nuestra nuestra destrucción y a la destrucción de la diversidad de la vida» (2003, Preámbulo).
Y el Papa Francisco dice:
«Estamos todos en el mismo barco, nadie se salva solo, o nos salvamos todos, o todos pereceremos» (Fratelli n.30,32).
La Carta de la Tierra reclama respeto y cuidado por todo lo que existe y vive y hacia la responsabilidad universal (§ I,1). El Papa apunta el paso del dominus –o paradigma de la modernidad prevalente en el mundo–, el ser humano como dueño y señor de la naturaleza sin sentirse parte de ella, al frater, el ser humano hermano y hermana con todos los seres. Pues todos vienen del mismo polvo de la Tierra; todos tienen el mismo código biológico de base (los 20 aminoácidos y las 4 bases nitrogenadas); el ser humano se siente parte de la naturaleza, no su dueño y señor, y su misión es cuidar y guardar el Jardín del Edén (la Tierra). “La fraternidad universal debe ser principalmente entre todos los seres humanos, formando la gran comunidad humana y terrenal” (Fratelli tutti,n.6)
Este sería el paradigma nuevo. El centro sería la vida en toda su diversidad. La economía, la política y la cultura al servicio de la vida.
Es importante destacar que una ética del cuidado, de la responsabilidad general y de la fraternidad/sororidad universal no se garantiza por sí misma sin la espiritualidad natural. Esta no se deriva directamente de la religión, aunque pueda reforzarla, sino de la propia naturaleza humana. Esta espiritualidad natural es parte de la naturaleza humana como es la inteligencia, la voluntad y la sensibilidad. Ella se revela por el amor incondicional, por la solidaridad, por la empatía, por la compasión, por el cuidado y reverencia hacia la totalidad de la naturaleza y del universo y al Creador de todas las cosas. Es la vivencia de la espiritualidad natural con sus valores, que sustentan comportamientos éticos, necesarios para salvaguardar la vida en la Tierra.
Sólo este nuevo paradigma podrá garantizar el futuro de la vida en general, de la vida humana y de su civilización. En caso contrario podremos engrosar el cortejo de aquellos que caminan en dirección a su sepultura común. Pero cómo dice la Carta de la Tierra: «Nuestros desafíos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales están interligados y juntos podremos forjar soluciones incluyentes» (CT§ Preámbulo c). Por aquí pasa la solución de nuestra crisis planetaria. Por eso prevalece la esperanza de que el ser humano puede cambiar de rumbo e inaugurar una nueva etapa de la aventura humana sobre el planeta Tierra.
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