[Por: Iglesias transformadoras]
La corrupción no solo daña instituciones: también hiere la dignidad humana y rompe el tejido de nuestras comunidades.
Ante esta realidad, la Iglesia tiene una responsabilidad ineludible: ser voz de verdad, ejemplo de integridad y un espacio donde la justicia florece. Hoy más que nunca, necesitamos una fe que cuestione los sistemas injustos, modele la transparencia y promueva una transformación ética desde lo cotidiano. Este es un tiempo para volver a la luz, para caminar en verdad y para construir comunidades donde la integridad sea nuestro testimonio más fuerte…
Para ver el video: https://youtu.be/HSr7eHshA3k
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