[Por: Esther Peñas | Ethic.es]
Un sencillo hábito de monja, blanco (no pardo, azul o negro: blanco, símbolo de pureza e indisociable de la representación de lo divino), con la consabida toca cubriéndole el pelo; brazos que rodean el torso, por dentro de la indumentaria, ceñidos al tejido, y un rostro arrebatado, en pura transverberación, palabra exacta para el éxtasis místico, en el que la llama celestial atraviesa el corazón del devoto. La cubierta del último trabajo discográfico de Rosalía, Lux, es una suerte de catalizador de una oleada espiritual que lame el paso de una sociedad que se creía inmune a cualquier alternativa al materialismo...
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