[Por: José Manuel Vidal | Religión Digital]
Huele a incienso y pólvora, a cedros milenarios ya casas derrumbadas. El Papa León XIV aterriza en el Líbano como “mensajero de paz” y “peregrino entre ruinas”, dispuesto a rezar ante la explosión del puerto de Beirut ya abrazar a un país desangrado por la guerra y la crisis. Pero, visto desde este rincón de Iglesia que intenta mirar con los ojos de las víctimas, falta un paso, Santidad, falta un metro más allá del miedo: cruzar la frontera y poner los pies, aunque solo sean unos metros, en la tierra martirizada de Gaza…
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