20 de Diciembre de 2013
Eran las 7.06 de la noche del día 13 de marzo de 2013, cuando la fumata blanca se pudo observar desde la Plaza de San Pedro en Roma. Un nuevo papa había sido elegido, después de la valerosa y sorpresiva renuncia del papa Ratzinger, poco más de un mes antes, el 11 de febrero de este mismo año, y luego de un breve cónclave que en cinco votaciones logró poner de acuerdo al colegio cardenalicio alrededor del nombre de un argentino, más bien desconocido para los vaticanistas que habían hecho sus apuestas en otras direcciones.
Eran las 7.06 de la noche del día 13 de marzo de 2013, cuando la fumata blanca se pudo observar desde la Plaza de San Pedro en Roma. Un nuevo papa había sido elegido, después de la valerosa y sorpresiva renuncia del papa Ratzinger, poco más de un mes antes, el 11 de febrero de este mismo año, y luego de un breve cónclave que en cinco votaciones logró poner de acuerdo al colegio cardenalicio alrededor del nombre de un argentino, más bien desconocido para los vaticanistas que habían hecho sus apuestas en otras direcciones.
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