24 de Enero de 2014
LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA, profesor jubilado de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas
Quizás una “parábola” con la que Joseph Bouchaud expresó la impresión producida por Juan XXIII podríamos aplicarla con más motivo todavía al papa Francisco. Además de algunas adaptaciones obvias, voy a resumirla, porque el texto original tiene cinco páginas:
Había una vez un barco, un viejo y hermoso barco que llevaba mucho tiempo anclado en el muelle. La vida a bordo tenía distinción. Los oficiales estaban ataviados con uniformes de distintos colores –negros los de más baja graduación, violáceos y rojos otros–, a los que algunos habían añadido adornos (capas, armiños, condecoraciones…).
LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA, profesor jubilado de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas
Quizás una “parábola” con la que Joseph Bouchaud expresó la impresión producida por Juan XXIII podríamos aplicarla con más motivo todavía al papa Francisco. Además de algunas adaptaciones obvias, voy a resumirla, porque el texto original tiene cinco páginas:
Había una vez un barco, un viejo y hermoso barco que llevaba mucho tiempo anclado en el muelle. La vida a bordo tenía distinción. Los oficiales estaban ataviados con uniformes de distintos colores –negros los de más baja graduación, violáceos y rojos otros–, a los que algunos habían añadido adornos (capas, armiños, condecoraciones…).
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