14 de Febrero de 2014
Por Bernardo Barranco
La curia vaticana ha tomado a mal las durísimas impugnaciones del Comité para los Derechos de la Infancia, uno de los nueve órganos creados por la ONU, para la supervisión de la aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos. El pasado 5 de febrero, el informe de 16 páginas reclama al Vaticano que no reconoció la magnitud de los crímenes cometidos, no ha tomado las medidas necesarias para hacer frente a los casos del abuso sexual infantil ni para proteger a los niños. Y en cambio utilizó políticas y prácticas que permitieron la continuación de la violencia y la impunidad. Por si fuera poco lo anterior, el informe de la ONU cuestiona a la Iglesia católica por seguir contando con las doctrinas y prácticas que ponen en peligro la salud y seguridad de los niños. La invita a revisar sus planteamientos sobre el aborto, los homosexuales y la sexualidad. Sin temor a equivocarme, el silencio y la prudencia hasta ahora del papa Francisco indican que se enfrenta a su primer gran desafío: las consecuencias de la pederastia en la Iglesia y el encubrimiento que perdura hoy.
Por Bernardo Barranco
La curia vaticana ha tomado a mal las durísimas impugnaciones del Comité para los Derechos de la Infancia, uno de los nueve órganos creados por la ONU, para la supervisión de la aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos. El pasado 5 de febrero, el informe de 16 páginas reclama al Vaticano que no reconoció la magnitud de los crímenes cometidos, no ha tomado las medidas necesarias para hacer frente a los casos del abuso sexual infantil ni para proteger a los niños. Y en cambio utilizó políticas y prácticas que permitieron la continuación de la violencia y la impunidad. Por si fuera poco lo anterior, el informe de la ONU cuestiona a la Iglesia católica por seguir contando con las doctrinas y prácticas que ponen en peligro la salud y seguridad de los niños. La invita a revisar sus planteamientos sobre el aborto, los homosexuales y la sexualidad. Sin temor a equivocarme, el silencio y la prudencia hasta ahora del papa Francisco indican que se enfrenta a su primer gran desafío: las consecuencias de la pederastia en la Iglesia y el encubrimiento que perdura hoy.
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