Sacerdotisa de ti misma

21 de Febrero de 2014

(Eclesalia - Silke Apel)  Con Jesús de Nazareth se inaugura una nueva era, un nuevo tiempo, en el cual se manifiesta la absoluta bondad de la divinidad. En él, la Divina Sabiduría adquiere el rostro humano del hermano, de quien acompaña, acoge y libera de cargas impuestas por otros. De ahí que el culto al templo y la mediación de personas especializadas para vincularnos con la divinidad dejan de tener sentido. Los mediadores de lo sagrado quedan sin oficio, porque Jesús recuerda que la sacralidad habita a todo ser humano, indistintamente de su condición social, sexo, raza u opción de vida.
 




(Eclesalia - Silke Apel)  Con Jesús de Nazareth se inaugura una nueva era, un nuevo tiempo, en el cual se manifiesta la absoluta bondad de la divinidad. En él, la Divina Sabiduría adquiere el rostro humano del hermano, de quien acompaña, acoge y libera de cargas impuestas por otros. De ahí que el culto al templo y la mediación de personas especializadas para vincularnos con la divinidad dejan de tener sentido. Los mediadores de lo sagrado quedan sin oficio, porque Jesús recuerda que la sacralidad habita a todo ser humano, indistintamente de su condición social, sexo, raza u opción de vida.

 

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