07 de Marzo de 2014
(José M. Castillo) Antes de que existiera la llamada “civilización”, el tipo de ser humano que existía era el denominado “hombre-no-económico” (Marshall Sahlins). Los humanos eran cazadores nómadas. Lo que entrañaba una consecuencia, que diferenciaba radicalmente al hombre “no-civilizado” del “civilizado”. Esto llevaba consigo la referida consecuencia, que a nosotros ahora nos desconcierta: lo que para nosotros es “riqueza”, para aquellos hombres era un “estorbo”. La vida instalada, segura y sedentaria necesita “riqueza”. La vida itinerante, insegura, no instalada, sólo es posible en el “despojo”. La conclusión, que de todo esto deduce el conocido crítico de la economía ortodoxa, Karl Polany, es una conclusión tremenda: “Ningún móvil específicamete humano es económico” (cf. María Daraki).
(José M. Castillo) Antes de que existiera la llamada “civilización”, el tipo de ser humano que existía era el denominado “hombre-no-económico” (Marshall Sahlins). Los humanos eran cazadores nómadas. Lo que entrañaba una consecuencia, que diferenciaba radicalmente al hombre “no-civilizado” del “civilizado”. Esto llevaba consigo la referida consecuencia, que a nosotros ahora nos desconcierta: lo que para nosotros es “riqueza”, para aquellos hombres era un “estorbo”. La vida instalada, segura y sedentaria necesita “riqueza”. La vida itinerante, insegura, no instalada, sólo es posible en el “despojo”. La conclusión, que de todo esto deduce el conocido crítico de la economía ortodoxa, Karl Polany, es una conclusión tremenda: “Ningún móvil específicamete humano es económico” (cf. María Daraki).
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