07 de Marzo de 2014
(Eduardo de la Serna) El tema frecuentemente emergente de la llamada “inseguridad” me parece que amerita una breve reflexión en este caso con la intención de aclarar o –al menos- distinguir para entender, para mensurar y, eventualmente, apaciguar. La fuerte repercusión que la miniserie “Escobar, el patrón del mal” tiene en Argentina ayuda a entender qué entendemos por “violencia” e “inseguridad”. Las bombas, por ejemplo, en supermercados o aviones no eran entonces algo impensado. Todavía hoy el aeropuerto de Bogotá es insoportable en las medidas de seguridad, y todavía hoy cuando se entra en un shopping o supermercado con estacionamiento subterráneo se debe abrir el baúl del auto para que un perro labrador pueda detectar eventuales explosivos (por insoportable no deja de ser razonable, obviamente).
(Eduardo de la Serna) El tema frecuentemente emergente de la llamada “inseguridad” me parece que amerita una breve reflexión en este caso con la intención de aclarar o –al menos- distinguir para entender, para mensurar y, eventualmente, apaciguar. La fuerte repercusión que la miniserie “Escobar, el patrón del mal” tiene en Argentina ayuda a entender qué entendemos por “violencia” e “inseguridad”. Las bombas, por ejemplo, en supermercados o aviones no eran entonces algo impensado. Todavía hoy el aeropuerto de Bogotá es insoportable en las medidas de seguridad, y todavía hoy cuando se entra en un shopping o supermercado con estacionamiento subterráneo se debe abrir el baúl del auto para que un perro labrador pueda detectar eventuales explosivos (por insoportable no deja de ser razonable, obviamente).
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