14 de Marzo de 2014
(Carta Obsur) Escribimos esto luego de haber participado en el comienzo del ministerio episcopal de Daniel Sturla como obispo de Montevideo. Creemos que estamos ante el comienzo de una nueva etapa en nuestra Iglesia local.
Nueva, por una serie de datos, no solo por el cambio de persona. Nueva porque lo deseamos, lo necesitamos (muchos más que nosotros, muchos más que los católicos), y estamos dispuestos a hacer todo lo que podamos para que así sea. Esa novedad local está cobijada y estimulada por la novedad mucho más grande que es la introducida por Francisco y sorprendentemente muy apoyada por su antecesor, según se ha sabido sobre todo en los últimos meses. ¿Cuáles son esos datos de que hablamos? Señalamos en el desorden: la enorme repercusión mediática. Lo decimos sin medias palabras: parece que no solo en grandes sectores de nuestra comunidad, sino que bastante más allá, se había generado una expectativa no habitual por este cambio. Es que la etapa anterior no daba para más. Algo parecido a lo que había sucedido con los tiempos finales del pontificado de Benedicto, felizmente desbloqueados por él mismo con su profética y valiente renuncia. La sensación de impasse era muy fuerte, en la Iglesia y más allá.
(Carta Obsur) Escribimos esto luego de haber participado en el comienzo del ministerio episcopal de Daniel Sturla como obispo de Montevideo. Creemos que estamos ante el comienzo de una nueva etapa en nuestra Iglesia local.
Nueva, por una serie de datos, no solo por el cambio de persona. Nueva porque lo deseamos, lo necesitamos (muchos más que nosotros, muchos más que los católicos), y estamos dispuestos a hacer todo lo que podamos para que así sea. Esa novedad local está cobijada y estimulada por la novedad mucho más grande que es la introducida por Francisco y sorprendentemente muy apoyada por su antecesor, según se ha sabido sobre todo en los últimos meses. ¿Cuáles son esos datos de que hablamos? Señalamos en el desorden: la enorme repercusión mediática. Lo decimos sin medias palabras: parece que no solo en grandes sectores de nuestra comunidad, sino que bastante más allá, se había generado una expectativa no habitual por este cambio. Es que la etapa anterior no daba para más. Algo parecido a lo que había sucedido con los tiempos finales del pontificado de Benedicto, felizmente desbloqueados por él mismo con su profética y valiente renuncia. La sensación de impasse era muy fuerte, en la Iglesia y más allá.
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.