Sobre el Areté Guasú

21 de Marzo de 2014

(Margot Bremer)Por fin, pude participar en la gran fiesta del Areté Guazú a la cual la comunidad guaraní occidental me había invitado ya desde hace 22 años a raíz de los encuentros de chamanes nivaclé en los que participé desde entonces en este lugar bicultural de Sta. Teresita del Chaco paraguayo, a 3 km de Mariscal Estigarribia. Hacer una fiesta es celebrar aquello que no se quiere olvidar nunca. Es una actitud profundamente  humana con la que se quiere sobrepasar la realidad cotidiana de la vida, penetrando en una dimensión más espiritual que condensa el tiempo y el espacio. Una de las preguntas más existenciales es ¿qué  ocurre con nosotros después de nuestra muerte. ¿Dónde estaremos? ¿Dónde están todos nuestros seres queridos que ya se han ido de este mundo? Les añoramos entrañablemente y, desde su ausencia sufrida, surge el hondo deseo de reencontrarnos con ellos, aunque sea de otra manera que antes y por un momento limitado. Pues la alegría de vivir será solamente completa si no hay dolor ni duelo. Si este  deseo está palpitando en toda la humanidad, será un anhelo inherente a nuestra existencia. Y aunque la utopía (ou topos) es quiere decir “aún no hay lugar” en esta tierra,  esto no excluye la posibilidad de crear un lugar, una posibilidad de un re-encuentro, a través de la celebración.  
 




(Margot Bremer)Por fin, pude participar en la gran fiesta del Areté Guazú a la cual la comunidad guaraní occidental me había invitado ya desde hace 22 años a raíz de los encuentros de chamanes nivaclé en los que participé desde entonces en este lugar bicultural de Sta. Teresita del Chaco paraguayo, a 3 km de Mariscal Estigarribia. Hacer una fiesta es celebrar aquello que no se quiere olvidar nunca. Es una actitud profundamente  humana con la que se quiere sobrepasar la realidad cotidiana de la vida, penetrando en una dimensión más espiritual que condensa el tiempo y el espacio. Una de las preguntas más existenciales es ¿qué  ocurre con nosotros después de nuestra muerte. ¿Dónde estaremos? ¿Dónde están todos nuestros seres queridos que ya se han ido de este mundo? Les añoramos entrañablemente y, desde su ausencia sufrida, surge el hondo deseo de reencontrarnos con ellos, aunque sea de otra manera que antes y por un momento limitado. Pues la alegría de vivir será solamente completa si no hay dolor ni duelo. Si este  deseo está palpitando en toda la humanidad, será un anhelo inherente a nuestra existencia. Y aunque la utopía (ou topos) es quiere decir “aún no hay lugar” en esta tierra,  esto no excluye la posibilidad de crear un lugar, una posibilidad de un re-encuentro, a través de la celebración.  

 

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