11 de Abril de 2014
(Umberto Mazzei) Desde la Guerra de los Siete Años (1756 – 1763) el Imperio Británico expandió sin rivales su control político y su comercio por todos los rincones del mundo. Por esa época sucedió en Europa la revolución técnica que creó la base para la revolución industrial. Comenzó también la prédica de la economía liberal, de la apertura de mercados, del intercambio imperial de productos elaborados contra materias primas. Es cuando comienza el Gran Juego, el asedio británico a la masa Euro-Asiática donde avanzaba Rusia hacia la India, China y Japón. Cien años después, el control financiero británico de las antiguas colonia españolas y la repartición de África, esbozan el prototipo anglo-sajón de globalización. Su freno era la alianza entre el Imperio Ruso y el recién reconstruido Imperio Alemán.
(Umberto Mazzei) Desde la Guerra de los Siete Años (1756 – 1763) el Imperio Británico expandió sin rivales su control político y su comercio por todos los rincones del mundo. Por esa época sucedió en Europa la revolución técnica que creó la base para la revolución industrial. Comenzó también la prédica de la economía liberal, de la apertura de mercados, del intercambio imperial de productos elaborados contra materias primas. Es cuando comienza el Gran Juego, el asedio británico a la masa Euro-Asiática donde avanzaba Rusia hacia la India, China y Japón. Cien años después, el control financiero británico de las antiguas colonia españolas y la repartición de África, esbozan el prototipo anglo-sajón de globalización. Su freno era la alianza entre el Imperio Ruso y el recién reconstruido Imperio Alemán.
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