02 de Mayo de 2014
La exhortación pastoral “La alegría del Evangelio” del papa Francisco: ninguna revolución, pero sí un programa que puede llevarnos hacia ella.
Kuno Füssel y Michael Ramminger - Instituto de Teología y Política -Münster, Alemania
La noche de su presentación como nuevo papa, el 13 de marzo de 2013, Jorge Bergoglio pidió a la multitud reunida en la plaza de san Pedro que primero lo bendijera a él, porque: “Soy un pecador”. Esta no es una fórmula rebuscada de humildad. Francisco no se mira a sí mismo como la persona que puede dar una respuesta infalible a todas las cuestiones de fe, sino que reconoce sus limitaciones y su falibilidad. Confiesa que en sus años en Argentina, en los que pasó de sacerdote a cardenal (de 1969 a 2002), cometió muchos errores. Rechaza las actitudes ostentosas y los rituales pomposos, vive austeramente y está abierto a todos los que buscan su cercanía, pero en especial a los pobres, necesitados y excluidos de la tierra.
La exhortación pastoral “La alegría del Evangelio” del papa Francisco: ninguna revolución, pero sí un programa que puede llevarnos hacia ella.
Kuno Füssel y Michael Ramminger - Instituto de Teología y Política -Münster, Alemania
La noche de su presentación como nuevo papa, el 13 de marzo de 2013, Jorge Bergoglio pidió a la multitud reunida en la plaza de san Pedro que primero lo bendijera a él, porque: “Soy un pecador”. Esta no es una fórmula rebuscada de humildad. Francisco no se mira a sí mismo como la persona que puede dar una respuesta infalible a todas las cuestiones de fe, sino que reconoce sus limitaciones y su falibilidad. Confiesa que en sus años en Argentina, en los que pasó de sacerdote a cardenal (de 1969 a 2002), cometió muchos errores. Rechaza las actitudes ostentosas y los rituales pomposos, vive austeramente y está abierto a todos los que buscan su cercanía, pero en especial a los pobres, necesitados y excluidos de la tierra.
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