Dos años del “milagro” Francisco, que repara la Iglesia

13 de Marzo de 2015

Dos años del “milagro” Francisco, que repara la Iglesia"Critica desde las bases y el Evangelio la cultura que escupe a las cunetas a la población"
José Manuel Vidal,
13 de marzo de 2015 a las 11:05 
La Iglesia necesitaba un hombre tan apasionado por el Evangelio que echase por tierra siglos de papado imperial 
(José Manuel Vidal).-El día 13 de marzo se cumplen dos años de un "milagro", que, a pesar de inesperado, ha cuajado ya en la Iglesia y en el mundo. El prodigio lleva el nombre de Francisco y el lema del también Francisco, el santo de Asís: "Repara mi Iglesia". En sólo dos años, el Papa ha transformado una institución hundida, humillada y denostada, en un referente mundial de misericordia y esperanza. Algunos dicen que los milagros no existen. Pero aquí y ahora, antes nuestros ojos, se está cumpliendo uno de los mayores: la primavera floreciente de la vieja Iglesia católica.
La Iglesia necesitaba con urgencia un Papa libre y decidido. Incluso, desconcertante. Necesitaba un hombre tan apasionado por el Evangelio que echase por tierra siglos de papado imperial. Necesitaba un líder que desconcertase profundamente a los que, por la inercia de los siglos, están acostumbrados a ver en el Sumo Pontífice un rey absoluto, dotado de mando y de poder sagrado, que es la máxima encarnación del poder.
(Ver artículo completo)




Dos años del “milagro” Francisco, que repara la Iglesia"Critica desde las bases y el Evangelio la cultura que escupe a las cunetas a la población"

José Manuel Vidal,

13 de marzo de 2015 a las 11:05 

La Iglesia necesitaba un hombre tan apasionado por el Evangelio que echase por tierra siglos de papado imperial 

(José Manuel Vidal).-El día 13 de marzo se cumplen dos años de un "milagro", que, a pesar de inesperado, ha cuajado ya en la Iglesia y en el mundo. El prodigio lleva el nombre de Francisco y el lema del también Francisco, el santo de Asís: "Repara mi Iglesia". En sólo dos años, el Papa ha transformado una institución hundida, humillada y denostada, en un referente mundial de misericordia y esperanza. Algunos dicen que los milagros no existen. Pero aquí y ahora, antes nuestros ojos, se está cumpliendo uno de los mayores: la primavera floreciente de la vieja Iglesia católica.

La Iglesia necesitaba con urgencia un Papa libre y decidido. Incluso, desconcertante. Necesitaba un hombre tan apasionado por el Evangelio que echase por tierra siglos de papado imperial. Necesitaba un líder que desconcertase profundamente a los que, por la inercia de los siglos, están acostumbrados a ver en el Sumo Pontífice un rey absoluto, dotado de mando y de poder sagrado, que es la máxima encarnación del poder.

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