19 de Febrero de 2016
[Por: José M. Vidal – Religión Digital]
“El Papa tiene claro el mandato de la Guadalupana: ‘Ayúdame a secar las lágrimas de mi pueblo’. Y desde el santuario del Tepeyac el Papa se trasladó a Ecatepec, una macro villa-miseria, un suburbio donde se hacinan casi dos millones de personas. Un infierno de drogas, asesinatos, feminicidios, corrupción e insalubridad.
En Ecatepec se esconde parte de la miseria de la capital mexicana. Pero no se puede ocultar el hambre, que camina por las calles, ni el olor a mierda (literalmente), porque todas las aguas fecales se vierten al arroyo que cruza la ciudad, una enorme cloaca a cielo abierto (…)”.
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[Por: José M. Vidal – Religión Digital]
“El Papa tiene claro el mandato de la Guadalupana: ‘Ayúdame a secar las lágrimas de mi pueblo’. Y desde el santuario del Tepeyac el Papa se trasladó a Ecatepec, una macro villa-miseria, un suburbio donde se hacinan casi dos millones de personas. Un infierno de drogas, asesinatos, feminicidios, corrupción e insalubridad.
En Ecatepec se esconde parte de la miseria de la capital mexicana. Pero no se puede ocultar el hambre, que camina por las calles, ni el olor a mierda (literalmente), porque todas las aguas fecales se vierten al arroyo que cruza la ciudad, una enorme cloaca a cielo abierto (…)”.
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