22 de Abril de 2016
[Por: José Arregui]
“Me refiero a la Exhortación postsinodal del papa Francisco sobre la Familia: Amoris Laetitia (la alegría del amor). Admiro el espíritu y el arte que exhibe el papa en este documento: se ha bandeado con mucha sutileza entre el sector episcopal más aperturista y el más conservador; ha traspasado furtivamente los límites estrechos que el documento final del Sínodo le había marcado; ha driblado hábilmente a defensas y delanteros sin perder el balón; ha apuntado al horizonte, más lejos, sin salirse del terreno acotado. Dice ‘no, pero sí’. Eso explica que el texto sea tan largo y prolijo, mucho menos cálido y fresco de lo que Francisco nos tiene habituados. Ha hecho lo que ha podido, y no es poco.
Pero me ha decepcionado. Y me ha hecho perder la cena que hace un año aposté a Itziar, mi mujer: a que, después del Sínodo, el papa abriría la puerta para que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar en la misa, aunque fuera tras el humillante ‘proceso penitencial’ previsto. Pues bien, el papa no ha abierto esa puerta, por mucho que algunos pretendan que sí. Deja la decisión en manos del obispo, tras un proceso de discernimiento y conversión. Abre la puerta a que el obispo la abra, pero no es seguro que éste lo haga. Es como si dijera ‘sí, pero no’. He perdido, pues, la apuesta. Y el papa Francisco ha perdido una gran ocasión para dar un paso adelante mucho mayor, necesario. Es una pena (...)”.
Descargue el artículo
[Por: José Arregui]
“Me refiero a la Exhortación postsinodal del papa Francisco sobre la Familia: Amoris Laetitia (la alegría del amor). Admiro el espíritu y el arte que exhibe el papa en este documento: se ha bandeado con mucha sutileza entre el sector episcopal más aperturista y el más conservador; ha traspasado furtivamente los límites estrechos que el documento final del Sínodo le había marcado; ha driblado hábilmente a defensas y delanteros sin perder el balón; ha apuntado al horizonte, más lejos, sin salirse del terreno acotado. Dice ‘no, pero sí’. Eso explica que el texto sea tan largo y prolijo, mucho menos cálido y fresco de lo que Francisco nos tiene habituados. Ha hecho lo que ha podido, y no es poco.
Pero me ha decepcionado. Y me ha hecho perder la cena que hace un año aposté a Itziar, mi mujer: a que, después del Sínodo, el papa abriría la puerta para que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar en la misa, aunque fuera tras el humillante ‘proceso penitencial’ previsto. Pues bien, el papa no ha abierto esa puerta, por mucho que algunos pretendan que sí. Deja la decisión en manos del obispo, tras un proceso de discernimiento y conversión. Abre la puerta a que el obispo la abra, pero no es seguro que éste lo haga. Es como si dijera ‘sí, pero no’. He perdido, pues, la apuesta. Y el papa Francisco ha perdido una gran ocasión para dar un paso adelante mucho mayor, necesario. Es una pena (...)”.
Descargue el artículo
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.