04 de Agosto de 2016
[Por: Ilka Oliva Corado]
“Cuando vivía en Guatemala escuché decir a una madre de familia, refiriéndose a una jovencita que trabajaba en un bar (en Guatemala se le llama bares a centros nocturnos parecidos a las cantinas donde también se ofrece el servicio sexual, también llamados prostíbulos) de mesera y había tenido tres hijos de distinto padre, era mamá soltera: ‘esa está ahí porque es una puta y le gusta el pico’. Las mujeres que participaban de la conversación, todas madres de familia, casadas por la iglesia y por todas las leyes, secundaron el comentario y también despotricaron contra la jovencita, a la que cuando miraban saludaban amablemente de beso y abrazo y llamaban sobrina. Yo que no me puedo quedar callada ante injusticias así, pregunté: ¿y ustedes no son putas y no les gusta el pico? Pero es aparte, nosotras estamos casadas, somos mujeres de la casa. ¡Todas somos putas, casadas o no! (…)”.
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[Por: Ilka Oliva Corado]
“Cuando vivía en Guatemala escuché decir a una madre de familia, refiriéndose a una jovencita que trabajaba en un bar (en Guatemala se le llama bares a centros nocturnos parecidos a las cantinas donde también se ofrece el servicio sexual, también llamados prostíbulos) de mesera y había tenido tres hijos de distinto padre, era mamá soltera: ‘esa está ahí porque es una puta y le gusta el pico’. Las mujeres que participaban de la conversación, todas madres de familia, casadas por la iglesia y por todas las leyes, secundaron el comentario y también despotricaron contra la jovencita, a la que cuando miraban saludaban amablemente de beso y abrazo y llamaban sobrina. Yo que no me puedo quedar callada ante injusticias así, pregunté: ¿y ustedes no son putas y no les gusta el pico? Pero es aparte, nosotras estamos casadas, somos mujeres de la casa. ¡Todas somos putas, casadas o no! (…)”.
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