El principio-solidaridad de las religiones en el horizonte de la globalización

30 de Agosto de 2019

[Por: Juan José Tamayo]




A lo largo del siglo XX se han propuesto varios principios que han servido de guías para un cambio de paradigma en las diferentes disciplinas y las relaciones eco-humanas: principio-esperanza (Ernst Bloch, Jürgen Moltmann), principio-liberación (Gustavo Gutiérrez), principio-misericordia (Simone Weil, Jon Sobrino), principio-tierra, principio-cuidado (Boff), principio-responsabilidad (Hans Jonas), principio-feminismo (teorías de género y movimientos feministas), principio-decolonialidad (Walter Mignolo, Aníbal Quijano, Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel), principio-transmodernidad (Enrique Dussel), principio-epistemologías del Sur (Boaventura de Sousa Santos), etc. Yo incorporo el principio-solidaridad eco-humana.

 

Tras los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, hay una tendencia cada vez más generalizada, tanto en los medios de comunicación como en los análisis y las reflexiones interdisciplinares sobre las religiones y, especialmente sobre el islam, a establecer una relación directa entre éstas y las actitudes fundamentalistas, violentas, racistas y xenófobas que se producen hoy en nuestra sociedad. 

 

Es innegable que las religiones fomentan con asaz frecuencia ese tipo de actitudes, que las creencias han sido motivo de enfrentamientos entre los seres humanos y que se ha apelado al nombre de Dios para desencadenar conflictos y enfrentamientos entre los pueblos. No es menos cierto que con frecuencia han fomentado una solidaridad selectiva, de tribu, sólo entre sus miembros, con exclusión de quienes se situaban fuera de su sistema de creencias. Hay que estar muy atentos a esos fenómenos con una fuerte carga destructiva, analizarlos críticamente, denunciarlos y luchar para sean desterrados del panorama geo-político, religioso, económico y cultural.

 

Pero conviene advertir que ni el fundamentalismo y la violencia, ni el racismo y la xenofobia, ni la aporofobia y los fundamentalismos son elementos constitutivos de las religiones, sino que, en la mayoría de los casos, son graves desviaciones, peor aún, perversiones, de su espíritu originario.

 

Las religiones poseen otras dimensiones que es necesario conocer, generan otras actitudes que es necesario activar y fomentan valores alternativos, que es necesario fomentar y proponen unos principios que les dan consistencia. Uno de esos principios fundamentales es la solidaridad, muy presente en las grandes tradiciones religiosas y espiritualidades de la humanidad, que tiene que operar como principio movilizador de energías utópicas y como actitud básica frente a la globalización neoliberal. Es precisamente ese principio, ese valor y esa actitud lo que  propone en este artículo. Precisamente la corriente cálida de la solidaridad en las religiones puede contribuir favorablemente a eliminar las rigideces de la “globalización realmente existente”, que genera exclusión y marginación. 

 

La implantación de las religiones y espiritualidades en plurales escenarios geoculturales y su presencia en amplios espacios de marginación y exclusión, constituye una situación privilegiada para una teoría y una práctica de la solidaridad que vaya más allá de los credos religiosos y se extienda a los continentes, pueblos y sectores más desprotegidos de la población mundial por mor del neoliberalismo rampante. Es la solidaridad desde abajo, alterglobalizadora, inclusiva de los seres humanos y grupos sociales que la globalización neoliberal excluye, y de la naturaleza, que es depredada por el modelo de desarrollo científico técnico de la Modernidad.     

 

En el terreno de la solidaridad chocan dos modelos de ética: la liberadora de los movimientos religiosos utópicos y de los movimientos sociales, y la neoliberal del mercado, defendida por los globalizadores, que resumo en estos tri-decálogos: 

 

Nuevas tablas de la Ley del Mercado (me inspiro en la propuesta de Ricardo Petrella)

 

1. No puedes resistirte a la globalización de los capitales, los mercados, las finanzas y las empresas. Debes adaptarte a ellas sin poner reparo alguno.

 

2. No puedes resistirte a la innovación tecnológica. Deberás innovar constantemente para reducir gastos ¡y mano de obra!, y mejorar los resultados. 

 

3. Deberás liberalizar completamente los mercados, renunciando a la protección de las economías nacionales. 

 

4. Transferirás todo el poder al mercado, y las autoridades políticas se convertirán meras ejecutoras de sus órdenes. 

 

5. Tenderás a eliminar cualquier forma de propiedad pública, dejando el gobierno de la sociedad en manos de empresas privadas. 

 

6. Deberás llegar a ser el más fuerte, si quieres sobrevivir en medio de la brutal competitividad actual. 

 

7. Renunciarás a defender la justicia social, superstición estéril, y a practicar el altruismo, actitud cuasi-religiosa igualmente estéril. 

 

8. Defenderás la libertad individual como valor absoluto sin referencia comunitaria ni dimensión social alguna. 

 

9. En todas tus acciones humanas defenderás la prioridad de la economía sobe la ética y sobre la política. 

 

10. Practicarás la religión del mercado con todos sus rituales, sus sacramentos, sus libros sagrados, sus tiempos sagrados, sus personas sagradas.  

 

11. No tendrás en cuenta las necesidades de los pobres, marginados y excluidos, que son población sobrante y no generan riqueza; ¡practica el darwinismo social!

 

12. Dominarás la Tierra como si fuera tu propiedad con derecho a usar y abusar de ella, ya que ella no es sujeto de derechos ni de dignidad; solo lo son los seres humanos.

 

13. Pondrás la Naturaleza al servicio del Capital, que es quien mayor rendimiento puede sacar de ella, sin atender a consideraciones ecológicas, que son retardatarias del progreso humano.

 

Ética liberadora de las religiones y de los movimientos sociales  

 

1. Ética de la liberación, en un mundo dominado por múltiples opresiones, por la aporofobia; imperativo moral: ¡Libera al pobre, al oprimido!

 

 2. Ética de la justicia en un mundo estructuralmente injusto; imperativo moral: ¡Actúa con justicia en las relaciones con tus semejantes y trabaja en la construcción de un orden internacional justo! 

 

3. Ética de la gratuidad, en un mundo donde impera el cálculo, el interés, el beneficio, el negocio; imperativo moral: ¡Sé generoso! Todo lo que tienes lo has recibido gratis. No hagas negocio con lo gratuito

 

4. Ética de la compasión, en un mundo en el que impera el principio de la insensibilidad hacia el sufrimiento humano y medioambiental; imperativo moral: ¡Sé compasivo! ¡Ten entrañas de misericordia con los que sufren, seres humanos y naturaleza. Colabora a aliviar su sufrimiento

 

5. Ética de la alteridad, de la acogida y de la hospitalidad para con las personas migrantes,  las refugiados y “sin-papeles”; imperativo moral: ¡Reconoce, respeta y acoge al otro, a la otra, como igual y diferente! La diferencia te enriquece

 

6. Ética de la solidaridad, en un mundo donde impera la endogamia; imperativo moral: ¡Sé ciudadano del mundo! ¡Trabaja por u mundo donde quepamos todos y todas! 

 

7. Ética comunitaria fraterno-sororal, en un mundo patriarcal, donde predomina la discriminación de género en todos los campos de la vida; imperativo moral: ¡Colabora en la construcción de una comunidad fraterno-sororal

 

8. Ética de la paz, inseparable de la justicia, en un mundo de violencia estructural causada por la injusticia del sistema: imperativo moral: ¡Si quieres la paz, trabaja por la paz y la justicia a través de la no-violencia activa! 

 

9. Ética de la vida, de todas las vidas, de los seres humanos y también de la naturaleza, que tiene el mismo derecho a vivir que el ser humano; de la vida de los pobres y oprimidos, constantemente amenazada; imperativo moral: ¡Defiende la vida de todo ser viviente. Vive y ayuda a vivir! 

 

10. Ética de la incompatibilidad entre Dios y el dinero, en un mundo donde se compagina fácilmente la fe en Dios y la creencia en los ídolos, la adoración a su divinidad  y al oro del becerro; imperativo moral: ¡Comparte los bienes! Tu acumulación genera el empobrecimiento de quienes viven a tu alrededor.

 

11. Ética de la debilidad: en un mundo donde impera la ley de más fuerte y del ¡sálvese quien pueda!, el imperativo moral debe ser: ¡Trabaja por la integración de las personas excluidas, son tus hermanas! ¡Eres responsable de su exclusión, selo también de su inclusión!

 

12. Ética de los derechos de la Tierra, cuyo imperativo moral es: la tierra también es sujeto de derechos ¡Respétalos, como también exiges respeto a los tuyos!

 

13. Ética del cuidado de la naturaleza, cuyo imperativo moral es: la naturaleza es tu hogar, ¡no la maltrates, no la  destruyas! ¡trátala con respeto y ternura!

 

Juan José Tamayo. Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid. Autor de Teologías del Sur. El giro descolonizador, Editorial Trotta

 

 

Imagen: https://elvisitantepr.com/solidaridad-y-la-doctrina-social-de-la-iglesia/

 

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