Pórtico: “Yo me atengo a la justicia… y a la esperanza”

28 de Noviembre de 2020

[Por: Juan José Tamayo]




Acabo de publicar el libro Pedro Casaldáliga. Larga caminada con los pobres de la tierra (Herder, noviembre 2020), el primero después de su fallecimiento. Ofrezco a continuación el “Pórtico del libro”, que me parece la mejor invitación a su lectura.

 

En su libro El vuelo del Quetzal. Espiritualidad en Centroamérica, publicado en la colección “Maíz nuestro” en 1988, Pedro Casaldáliga explica el significado de la palabra “caminada”. Se trata de una palabra bellísima que significa “caminar del pueblo hacia la liberación, todo el proceso de las comunidades eclesiales de base, de las luchas políticas...”. Es la palabra que utilizo en el título de este libro para exponer el proceso de Casaldáliga en el caminar con el pueblo hacia su liberación: su acompañamiento, la solidaridad con sus luchas y aspiraciones, la identificación con sus causas, que, por muy difíciles que fueran, nunca las dio por perdidas. 

 

“Caminar con”, no liderar, ni protagonizar, ni sustituir. El protagonismo en su liberación le corresponde al pueblo. Casaldáliga lo tenía muy claro. Por eso se presentó siempre como compañero, acompañante en la caminada, nunca como protagonista. La caminada más importante para él y en la que siempre participó fue la de las personas mártires, que fueron perseguidas y asesinadas por causa de la justicia en aplicación de la octava bienaventuranza (Mt 5,10).

 

El adjetivo “larga” expresa la continuidad de Pedro en dicho caminar con los  pueblos indígena, afrodescendiente y campesino de Sâo Félix do Araguaia durante 52 años, desde su llegada en 1968 hasta su último suspiro el 8 de agosto de 2020, sin interrupción ni desfallecimiento. Era el primer sacerdote “que vino a morar permanentemente en esa región del Mato Grosso”, en sus propias palabras, y el primer obispo de la Prelatura. 

 

La expresión “con los pobres de la tierra” la tomo de un verso del poeta cubano José Martí: “con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”. Creo que Casaldáliga puso en práctica este verso martiano en su sentido literal y de manera ejemplar  Y lo hizo con toda radicalidad y en todas las dimensiones de su vida: como persona creyente auténtica, obispo al servicio del pueblo, militante revolucionario, activista social, teólogo de la liberación y místico con los pies en la tierra. Fue poeta y profeta que denunció las injusticias, poniendo en peligro su vida constantemente, y anunció la utopía de la liberación, no como ideal irrealizable, sino como meta que puede lograrse a través del compromiso. 

 

Dicho compromiso lo vivió practicando una serie de virtudes que él mismo formuló: la justicia, que no confunde con la limosna; la humildad, que está en las antípodas de la humillación; la libertad que nada tiene que ver con la libertad predicada por el neoliberalismo; la pobreza, que no debe confundirse con la miseria; la esperanza, que demostró trabajando por  “Otro Mundo Posible”, y la fe cristiana, que se traduce en la opción por la gente empobrecida en el seguimiento de Jesús y el proseguimiento de su causa:

 

“Yo me atengo a lo dicho:/ La justicia,/ a pesar de la ley y la costumbre,/ a pesar del dinero y la limosna./ La humildad,/ para ser yo verdadero./ La libertad,/ para ser hombre./ Y la pobreza,/ para ser libre./ La fe cristiana,/ para andar de noche,/ y, sobre todo, para andar de día./ Y en todo, hermanos,/ yo me atengo a lo dicho:/ ¡La Esperanza!

 

Pero su esperanza no fue ingenua, idealista, sino activa, militante, sensible al sufrimiento de las personas empobrecidas y solidaria con el dolor de las víctimas, como afirma en el poema Yo pecador y obispo, me confieso: “Yo, pecador y obispo, me confieso… de cultivar la flor de la Esperanza entre las llagas del Resucitado”. Es una esperanza “teñida de luto” y con crespones negros”, ciertamente, como dijera el filósofo de la esperanza Ernst Bloch, pero, al final, “esperanza contra toda esperanza”, como dijera Pablo de Tarso.  “Entre las llagas del Resucitado”: mejor expresado imposible. 

 

Ignacio Ellacuría dijo: “Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”. Hoy podemos afirmar: “Con Pedro Casaldáliga ‘el Dios de todos los nombres’ pasó por Brasil”. 

 

He escrito este libro para mantener viva la memoria subversiva de la personalidad y la vida subversivas de Pedro Casaldáliga en el que convivieron dimensiones difícilmente armonizables en una sola persona y que él consiguió unir  de manera auténtica y coherente: 

 

- Creyente en el Dios Padre y Madre, “que en el vientre de María se hizo hombre y  en el taller de José se hizo clase”, como afirma en el poema que abre el libro Fuego y ceniza al viento. Antología espiritual, ilustrado por su entrañable amigo y colaborador Mino Cerezo Barredo.

- Creyente interreligioso en “el Dios de todos los nombres”.

- Seguidor de Jesús de Nazaret -primer mártir del cristianismo-, y “proseguidor” de su causa liberadora.

- Descolonizador de los colonialismos de ayer y de los neocolonialismos de hoy.

- Des-evangelizador de la primera evangelización hecha con la cruz y la espada en alianza sacrificial y evangelizador con solo sandalias y Evangelio. 

- “Poeta de vida y palabra consustanciadas” (José María Valverde). 

- Teo-poeta de la liberación en clave ético-éstética.   

- Crítico del neoliberalismo que definió como la gran blasfemia del siglo XXI.  

- Profeta de la utopía de Otro Mundo Posible. 

- Místico solidario con los procesos revolucionarios. 

- Defensor de las comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas.

- Defensor de las mujeres discriminadas por ser mujeres, por ser pobres, por pertenecer a culturas, etnias y religiones despreciadas y sometidas a violencia por parte del patriarcado político y religioso.   

- Obispo-pastor al servicio del pueblo y padre de la Iglesia de Amerindia. 

- Intelectual compasivo con las víctimas. 

- Predicador del Reino de Dios en lucha contra el Imperio y crítico de la Iglesia “cuando no coincide con el Reino”. 

 

Agradezco el apoyo prestado para la elaboración de este libro a José María Concepción, uno de los colaboradores más cercanos de Pedro, y a Eduardo Lallana, presidente de la Asociación Tierra sin Males, quien me ha facilitado la excelente entrevista con Pedro, que le hicieron él y Charo García de la Rosa y que aparece en el Apéndice. Ambos me han transmitido experiencias vividas con él y me han proporcionado importantes informaciones sobre su estilo de vida y las causas por las que luchó. Mi agradecimiento es también para la editorial Herder, en la persona de Raimund Herder, que acogió desde el primer momento mi propuesta con entusiasmo, cuando solo era proyecto, y de Claudia Berdeja, que ha acompañado profesionalmente  el proceso de edición del libro con resolución y eficacia.

 

Agradezco a Joan Guerrero, José María Concepción, Pepa Raba y a la Associació Araguaia el haber proporcionado las fotografías que ilustran el libro. 

 

& Puede adquirirse en Metalibrería 

- bien en la propia librería: info@metalibreria.com
- bien presencialmente: c/ Joaquín María López 29. 28015 

 

 

Juan José Tamayo es Profesor emérito de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III de Madrid

 

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