La sinodalidad en el diaconado indígena permanente de San Cristóbal de Las Casas

17 de Enero de 2022

[Por: Juan Manuel Hurtado López]




En Amerindia siempre hemos preferido lo pequeño, lo frágil, lo que no aparece para apoyarlo y acompañarlo. Ese ha sido nuestro caminar, ese ha sido nuestro distintivo. Ahora que se propone el tema de la sinodalidad como  dimensión constitutiva de la Iglesia, volteamos a ver una larga y fructífera experiencia que se ha llevado a cabo en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.

 

Fue Don Samuel Ruíz, valiente profeta y pastor, obispo de San Cristóbal de Las Casas y Padre Conciliar en las cuatro sesiones que se realizaron, el que impulsó el diaconado indígena permanente de hombres casados de acuerdo a las indicaciones del Concilio Vaticano II. No sin titubeos ni sin problemas empezó esta experiencia allá por los años de 1975. Pero el Espíritu Santo fue conduciendo la experiencia hacia buen puerto. Hoy cuenta la diócesis con más de 300 diáconos indígenas permanentes y con varios cientos de candidatos al diaconado.

 

¿Por qué decimos que ha sido una experiencia sinodal el diaconado permanente en San Cristóbal? Allá la elección de todos los cargos la hace la comunidad. Y en esa elección participan todos: la comunidad, los catequistas, los presidentes de ermita, los coordinadores, los jefes de zona, los principales y los diáconos que vienen laborando de tiempo atrás. Los sacerdotes y las religiosas también damos nuestro punto de vista. 

 

Pero, además, hay una comisión diocesana para la formación de los diáconos que está al pendiente de que los candidatos al diaconado junto con sus esposas, realicen todo el curriculum de estudios establecido y los Retiros espirituales correspondientes. Al final del proceso de formación y de servicio -en algunos casos hasta 15 o más años- la comunidad pide la ordenación de los candidatos al diaconado y entonces una comisión de escrutinios integrada por sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral entrevista a cada pareja de candidatos, revisa sus documentos necesarios y da su parecer. La decisión final de aceptación o no para la ordenación, la toma el obispo.

 

Decimos que es un camino sinodal porque se escucha a todos, todos dan su parecer y la comunidad va formando a sus propios servidores. Cuando un diácono es ordenado, tiene todo el respaldo de su comunidad, de su esposa, de sus hijos y tiene toda la autoridad moral para prestar su servicio de evangelización. El servicio lo prestan en pareja como matrimonio.

 

El proceso para llegar a ser diácono se inicia con ser Presidente de ermita, catequista, encargado de educación de la comunidad, jefe de zona, coordinador, miembro del Consejo parroquial, aspirante al diaconado, candidato a diácono y, finalmente, diácono.

 

En el Pontificado de Juan Pablo II  y con Ratzinger -posteriormente Benedicto XVI- como Presidente de la Comisión de la Doctrina de la fe, la ordenación de los diáconos en San Cristóbal de Las Casas fue suspendida durante 10 años. Fue hasta la llegada de Francisco que se abrió de nueva cuenta la ordenación de los diáconos en la Diócesis del sureste mexicano. Esto explica por qué ahora que se van a ordenar el día 17 de enero ocho diáconos en mi pasada parroquia de Pantelho’, algunos candidatos al diaconado llevan más de 20 años como candidatos.

 

Creo que estas experiencias de sinodalidad mucho pueden aportar al conjunto de la Iglesia universal. El Papa Francisco lo ha dicho muy claramente: es desde abajo, desde lo pequeño, desde los pobres y marginados que empieza la sinodalidad de la Iglesia. Escuchemos a los pequeños e insignificantes y habrá sinodalidad en la Iglesia.

 

Imagen: https://serviren.info/referencia-a-la-iglesia-autoctona-y-diaconal-de-samuel-ruiz-chiapas-mexico-en-estudio-social-actual-en-aquella-region 

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