Comenzar cocinando: Bendita Mezcla 2024

01 de Abril de 2024

[Por: Equipo de Bendita Mezcla]




En febrero cerró una nueva convocatoria para jóvenes de NuestrAmérica. La llamada es para jóvenes que quieren a aprender a ser comunidad desde abajo. La respuesta fue enorme, desde 16 países del continente. Leonardo Boff nos acompañó en el lanzamiento del cuarto año de la escuelita y nos volvió a definir, con nombre y rumbo: ‘Bendita Mezcla es un movimiento’ (puedes oírlo aquí: https://youtu.be/tDjxhybh3yE )

 

El 11 de marzo, aniversario cuarto de la Pandemia del COVID y del lanzamiento de Bendita Mezcla, realizamos la inauguración y el lanzamiento del primer núcleo. Fue un día de fiesta y preguntas ¿Cómo dejar hablar a Dios en nuestra realidad?

 

El 18 de marzo, se realizó la reunión de comunidad de aprendizaje, donde se profundiza ese primer tema: introducción a la teología narrativa de la liberación. Entre un encuentro y el otro, la tarea de la escuelita: cocinar una receta tradicional de tu comunidad y compartir esos sabe(o)res con los demás escuelerxs. Aquí abajo, una crónica a dos voces argentas y un dibujo, de este primer núcleo de la escuela. Cada unx, con su cuaderno de viaje, va tomando nota del camino.

 

Es solo el primero, de diez… 

 

El sabor de nuestros saberes 

 

Primero fue el sustento. Primero la sabiduría de los pueblos para ganarle al hambre. Mas de 80 escuelerxs, cocinaron y compartieron sus fotos. Puedes verlo en el siguiente video: https://youtu.be/bdh_s0saCeU

 

La casa de la amistad es el lugar de Victoria, en la Rioja, una provincia Argentina, que tiene la herencia del Pelado Angelleli y la potencia del sol. 

 

Tener a mi familia en Tucumán y vivir en la ciudad de Buenos Aires me trajo a pensar la frase que dice: "La comida cambia según el suelo donde se cocina" Pero se busca trasmitir la misma esencia. 

A pesar que no teníamos una receta escrita, se nos fue grabando gracias a los encuentros de la familia. Esos encuentros donde "La comida tomará la palabra y toda la comunidad se callará para saborear". Esos encuentros que nos trasmiten saberes y sabores de nuestra madre tierra. 

Hice un dibujo a partir de lo leído, remarcando algunas oraciones:

"Para cocinar hay que arriesgarse al movimiento del agua dentro de la olla."

"Se trata de contar un camino compartido, en el caos de la cultura popular"

 

La imagen que acompaña este artículo, nació de su mano, mientras compartíamos el brillo de las pantallas. 

 

La voracidad del creer 

 

Esperanza vive en Buenos Aires, cerca y lejos de Victoria. De hecho, se conocieron por los cuadraditos de zoom. ‘Espi’ como se autodenominó al firmar la carta para inscribirse a Bendita Mezcla, donde contaba sus búsquedas: vengo deseando un espacio para seguir reflexionando sobre los espacios donde se pueden unir mi fé y mis prácticas políticas.

 

Pedagoga y educadora popular nos comparte su mirada sobre el primer núcleo de la escuelita: 

 

Nos invitaron a la olla, a la mezcla del común. Recibimos la invitación para compartirnos a través de una receta tradicional que hagamos en nuestras casas, a través de un gesto y una preparación heredadas. 

Fue una alegría inmensa ver y aprender muchas recetas de Nuestra América. Patacones, reviros, berenjenas en escabeche, locro, empanadas, sopaipilla, arroz con pollo de las madres, salsa de tomate, humitas, sancoche, mazamorra, tortillas, encebollados, pescados de la costa, pie de limón, amargo obrero, arroz colorado, frijoles, crema de leche. Se me despertó un hambre inmensa, la voracidad por aprender y saborear cosas nuevas, que siempre ando buscando.

En el encuentro anterior, también habíamos estado compartiendo acerca de qué nos parecía qué es la teología. Yo no pude parar de pensar que los pensamientos sobre Dios tienen que ver mucho con la voracidad. Pensar, para mí, tiene que ver con ese hambre de “realizar prácticas en común, es pensar junto a otros los implícitos de las prácticas teóricas.” (Korinfeld, 2017). Pensar me implica la voracidad de ver y aprender los misterios que se tejen en la compartida con lxs otrxs, y en mi caso particular, con las infancias que me rodean en mis trabajos pedagógicos. 

La infancia, así como la teología, también tiene algo de voracidad. Es el hambre por conocer lo nuevo, por observar el mundo con ojos lúdicos, por acercarme al Misterio de lo otro para descubrir en qué anda Diosito, qué caminos anda trazando para quienes nos juntamos a compartir los panes en la mesa. 

La Bendita Mezcla se me presentó, mientras compartía en mi comunidad de aprendizaje, como un espacio de escucha donde pude parar el oído para buscar a Dios en las recetas de mis compañerxs, en lo que ellxs tejen y cocinan en sus territorios, con sus personas y en común unión. 

Alguien dijo por ahí que “le gustaba que disfruten lxs demás”. Eso fue lo último que anoté dentro de mi olla. Qué ganas de que así sea.


Para introducir a la teología narrativa, nada mejor que escuchar sus voces, que conocer sus recetas, que olfatear sus territorios. Desde Villa Palito hasta la Lacandona, pasando por los andes Ecuatorianos. Todos los sabores de una escuela de comunidad. 

 

 

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