Teresa de Calcuta, Santa para la iglesia y el mundo

09 de Setiembre de 2016

[Por: Marco Antonio Velásquez]
 
“Era una mañana de enero de 1992, en el Centro de Investigación Médica de La Jolla, California. Toda esa infinita esperanza acumulada al viajar miles de kilómetros, para darle salud a nuestro amado Ignacio, se derrumbaba entera con el desolador diagnóstico del Dr. Ernest Beutler, no había cura para nuestro hijo. Fue el momento más amargo de nuestras vidas, todo quedaba nublado y sin sentido. El vacío interior era sideral, mientras en el exterior todo parecía ajeno. El médico asistente salió a despedirnos con un escueto diálogo repleto de fraternidad humana. Él quería consolarnos sin haber motivo para ser consolados. Con respeto sublime nos dice: ‘Sé que han viajado de lejos, con una esperanza que ya no existe. Pero si quieren, puedo conseguir que vivan este momento con la Madre Teresa de Calcuta. Ella está internada en la clínica’ (…)”.  
 
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[Por: Marco Antonio Velásquez]

 

“Era una mañana de enero de 1992, en el Centro de Investigación Médica de La Jolla, California. Toda esa infinita esperanza acumulada al viajar miles de kilómetros, para darle salud a nuestro amado Ignacio, se derrumbaba entera con el desolador diagnóstico del Dr. Ernest Beutler, no había cura para nuestro hijo. Fue el momento más amargo de nuestras vidas, todo quedaba nublado y sin sentido. El vacío interior era sideral, mientras en el exterior todo parecía ajeno. El médico asistente salió a despedirnos con un escueto diálogo repleto de fraternidad humana. Él quería consolarnos sin haber motivo para ser consolados. Con respeto sublime nos dice: ‘Sé que han viajado de lejos, con una esperanza que ya no existe. Pero si quieren, puedo conseguir que vivan este momento con la Madre Teresa de Calcuta. Ella está internada en la clínica’ (…)”.  

 

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