Una amenaza: la autodestrucción y la paz

13 de Julio de 2018

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]




Existe una percepción general de que la situación de la humanidad no es buena, pues hay una acumulación absurda de riqueza en pocas manos, dentro de un mar de miseria y de hambre.

 

La situación en Brasil no es mejor. Vivimos perplejos, por las maldades que se han cometido, anulando derechos de los trabajadores e internacionalizando riquezas nacionales que sostenían nuestra soberanía como pueblo. Los que dieron el golpe contra la Presidenta Dilma Rousseff tienen un plan de corte radicalmente neoliberal, y están dispuestos a llevarlo hasta el final, a costa de una crisis atroz y de la destrucción de cualquier horizonte de esperanza.

 

Lo que se está haciendo en Europa contra los refugiados, rechazando su presencia en Italia y en Inglaterra, y peor, en Hungría y en la catolicísima Polonia, alcanza niveles de inhumanidad. Las medidas del presidente norteamericano Trump arrancando a los hijos de sus padres inmigrantes y metiéndolos en jaulas, denota barbarie y ausencia de sentido humanitario.

 

Ya se dijo que «ningún ser humano es una isla… por eso no pregunten por quién doblan las campanas. Doblan por ti, por mí, por toda la humanidad».

 

Pero si las tinieblas que se abaten sobre nuestros espíritus son grandes, mayores aún son nuestras ansias de luz. No dejemos que esa demencia de la que hemos hablado antes tenga la última palabra.

 

La palabra mayor y última que resuena en nosotros y nos une a toda la humanidad es la de solidaridad y compasión con las víctimas, la de paz y sensatez en las relaciones entre los pueblos.

 

Las tragedias nos dan la dimensión de la inhumanidad de que somos capaces. Pero también dejan que venga a la luz lo verdaderamente humano que habita en nosotros, más allá de las diferencias de raza, ideología o religión. Lo humano en nosotros hace que juntos lloremos, juntos nos enjuguemos las lágrimas, juntos oremos, juntos busquemos la justicia, juntos construyamos la paz y juntos renunciemos a la venganza.

 

La sabiduría de los pueblos y la voz de nuestra conciencia nos lo testimonian: un estado que se hizo terrorista, como Estados Unidos con Bush, no va a vencer al terrorismo. Ni el odio a los imigrantes latinos difundido por Trump traerá la paz. El diálogo incansable, la negociación abierta y el acuerdo justo le quitan la base a cualquier desamparo, y cimentan la paz.

 

Las tragedias que nos alcanzaron en lo más profundo de nuestros corazones nos invitan a repensar los fundamentos de la convivencia humana en esta nueva fase, la planetaria, y cómo cuidar de la Casa común, la Tierra, tal como pide el Papa Francisco en su encíclica sobre ecología integral.

 

La situación es urgente. Esta vez no habrá un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. Tenemos que salvarnos todos, la «Comunidad de Vida de humanos y no humanos».

 

Para eso tenemos que abolir la palabra «enemigo». El miedo crea al enemigo. Exorcizamos el miedo cuando hacemos del distante un próximo y del próximo, un hermano y una hermana. Alejamos el miedo y al enemigo cuando empezamos a dialogar, a conocernos, a aceptarnos, a respetarnos, a amarnos, en una palabra, a cuidarnos. Cuidar nuestras formas de convivencia en la paz, la solidaridad y la justicia; cuidar nuestro medio ambiente para que sea un ambiente «entero», en el que sea posible el reconocimiento del valor intrínseco de cada ser; cuidar de nuestra querida y generosa Madre Tierra.

 

Si nos cuidamos como a hermanos y hermanas desaparecen las causas del miedo. Nadie necesita amenazar a nadie. Podemos caminar de noche por nuestras calles sin miedo a ser asaltados y robados.

 

Ese cuidado solamente será efectivo si viene acompañado de la justicia necesaria, por la atención a las necesidades básicas de los más vulnerables, si el Estado se hace presente mediante sanidad, escuelas, seguridad y espacios de convivencia, de cultura y de ocio.

 

Sólo así gozaremos de la paz, cuando haya un mínimo de buena voluntad general y un sentido de solidaridad y de benevolencia en las relaciones humanas. Éste es el deseo básico de la mayoría de los humanos.     

       

Página de Boff en Koinonía

 

*    *     *

 

Uma ameaça: o auto-destruição e a paz

 

Há a percepção geral de que a situação da humanidade não é boa, pois há um acumulação de riqueza absurda em poucas mãos dentro de um mar de miséria e de fome. A situação do Brasil não é melhor. Vivemos perplexos pelas maldades que foram feitas, anulando direitos dos trabalhadores e internacionalizando  riquezas nacionais que sustentam nossa soberania como povo. Os que deram o golpe contra a Presidenta Dilma Rousseff possuem um  plano de corte radicalmente neo-liberal e estão dispostos a levá-lo até o fim à custa de uma crise atroz e da destruição de qualquer horizonte de esperança.

 

O que se está fazendo na Europa contra os refugiados, rejeitando sua presença na Italia e na Inglaterra e pior ainda na Hungria e na catolicíssima Polônia, alcança níveis de desumanidade. As medidas do Presidente norte-americano Trump arrancando os filhos de seus pais imigrantes e colocando-os em jaulas, denota barbárie e ausência de qualquer senso humanitário.

 

Já se disse, “nenhum ser humano é uma ilha… por isso não perguntem por quem os sinos dobram. Eles dobram por cada um, por cada uma,  por toda a humanidade”.

 

Se grandes são as trevas que se abatem sobre nossos espíritos, maiores ainda são as nossas ânsias por luz. Não deixemos que essa demência acima referida detenha a última palavra.

 

A palavra maior e última que clama em nós e nos une a toda a humanidade é por solidariedade e por com-paixão pelas vítimas, é por paz e sensatez nas relações entre os povos.       

 

As tragédias dão-nos a dimensão da inumanidade de que somos capazes. Mas também deixam vir à tona o verdadeiramente humano que habita em nós, para além das diferenças de raça, de ideologia e de religião. Esse humano em nós faz com que juntos choremos, juntos nos enxuguemos as lágrimas, juntos oremos, juntos busquemos a justiça, juntos construamos a paz e juntos renunciemos à vingança.

 

A sabedoria dos povos e a voz da nossa consciência nos testemunham: Não é um Estado que se fez terrorista como os Estados Unidos sob Bush que irá vencer terrorismo. Nem  é  ódio aos imigrantes latinos difundido por Trump  que trará a paz. É o diálogo incansável, a negociação aberta e o acordo justo que tiram as bases de qualquer desamparo e fundam a paz.

 

As tragédias que nos atingiram no mais fundo de nossos corações nos convidam a repensar os fundamentos da convivência humana na nova fase, a  planetária, e como  cuidar da Casa Comum, a Terra como o pede o Papa Francisco em sua encíclica sobre a ecologia integral.

 

O tempo é urgente. Desta vez não haverá uma arca de Noé que salve alguns e deixe perecer os demais. Temos que nos salvar todos, a comunidade de vida de humanos e não-humanos.

 

Para isso precisamos abolir a palavra inimigo. É o medo que cria o inimigo. Exorcizamos o medo quando fazemos do distante um próximo e do próximo, um irmão e uma irmã. Afastamos o medo e o inimigo quando começamos a dialogar, a nos conhecer, a nos aceitar, a nos respeitar, a nos amar, enfim, numa palavra,  a nos cuidar; cuidar de nossas formas de convívio na paz, na solidariedade e na justiça; cuidar de nosso meio ambiente para que seja um ambiente inteiro no qual  seja possível  o reconhecimento do valor intrínseco de cada ser; cuidar de nossa querida e generosa Mãe Terra.     

 

Se nos cuidamos como a irmãos e a irmãs, desaparecem as causas do medo. Ninguém precisa ameaçar ninguém. Podemos caminhar à noite por nossas ruas sem medo de sermos assaltados e roubados.

 

Esse cuidado será somente efetivo se vier acolitado pela justiça necessária, pelo  atendimento às necessidades básicas dos mais vulneráveis, se o Estado se fizer presente com saúde, escolas, segurança e espaços de convivência, de cultura e de lazer.

 

Só assim gozaremos de uma paz possível de ser alcançada quando houver um mínimo de boa vontade geral e um sentido de solidariedade e de benquerença nas relações humanas. Esse é o desejo básico da maioria dos humanos.

 

Leonardo Boff é teólogo, filósofo e escritor e escreveu Etica e espiritualidade: como cuidar da Casa Comum, Vozez 2017.

 

Imagen:https://www.eltiempo.com.ec/noticias/cultura/7/guayasamin-el-pintor-ecuatoriano-que-retrato-el-sufrimiento-de-los-pueblos-latinoamericanos

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.