Ser existencialmente lo dicho

06 de Abril de 2023

[Por: Daniel Niño, FSC]




Llama poderosamente la atención que en la última cena, en el cuarto evangelio (donde a lo largo de 5 capítulos no hay en realidad cena), Jesús se ciña previo a lavar los pies de sus discípulos. Se entiende que lo hace con una toalla, en función de lo que hará a continuación. Sin embargo, cabe resaltar que en la biblia normalmente aparece la expresión “ceñirse los lomos” y se refiere a la preparación para emprender un viaje, o para una actividad física intensa, tal como el trabajo o ir a la guerra. Teniendo en cuenta que los lomos parecían ser la parte donde se reflejan el dolor y el miedo, ceñírselos indicaría, pues, fortaleza. 

 

De acuerdo con el escenario planteado por Jn 13, no cabe duda de la fortaleza que requería Jesús en ese momento: sabía que iba a ser traicionado, iba a morir y tenía una enorme responsabilidad en sus manos, incomprendida ésta por los más cercanos a él. Jesús parece derrotado. A pesar de todo ello, no se ciñe para huir, ni tampoco para luchar, se ciñe para armarse de valor y tratar de hacerse entender, en la hora última, aunque una vez más no lo logre.

 

El lavatorio de los pies es muy seguramente la acción más controversial de Jesús y la que condensa la plenitud de su mensaje: allí no solo se despoja de su manto, sino también sí mismo de manera voluntaria; allí encuentra en el servicio a los otros la fortaleza para encarar la dura prueba; no decide huir ni pelear, porque entiende que la única manera de acabar con el espiral de violencia es la entrega. Esta es la más sublime enseñanza de Jesús.

 

Søren Kierkegaard, al hablar de la comunicación de los valores éticos y religiosos, afirma que estos no pueden ser transmitidos efectivamente de manera discursiva, solo puede lograrse ese objetivo si se ejecuta lo expresado, se es lo que se dice, se da a lo verdadero la forma más verdadera, en últimas, “ser existencialmente lo dicho”. Y eso es justamente el lavatorio de los pies: Jesús siendo existencialmente su propio discurso, es la forma más verdadera de su mensaje.

 

Así, pues, a menos que en la cotidianidad redupliquemos existencialmente esto mismo, no seremos convincentes como cristianos. Es en la entrega servicial al otro donde somos testimonio, es entonces cuando somos creíbles, verdaderamente cristianos. Porque solo es convincente quien está genuinamente convencido.

 

Imagen: https://radiomaria.org.ar/programacion/el-lavatorio-de-los-pies-3/ 

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