¡Fue la mafia!
[Autor Prueba]
Eduardo de la Serna
La palabra “mafia” es un buen comodín, apropiada para diversas ocasiones. Todos sabemos qué dice, y nadie sabe qué se dice. Mafia dice mucho y no dice nada, dice “ellos” y nadie sabe quiénes son esos “ellos”. Puede ser la mafia italiana, la mafia china, la mafia rusa, la mafia vaticana, la mafia de la droga, la mafia de los trapitos, la mafia de los medicamentos truchos, la mafia de las autopartes, o muchas mafias más… Siempre la mafia ¡y listo! Del mismo modo que cuando muchos médicos no saben la causa de una enfermedad dicen “¡un virus!”, cuando ocurre un crimen, o un hecho violento lo sencillo es decir “la mafia” ¡y asunto arreglado! Es casi, casi una suerte de Fuenteovejuna violento, clandestino y con algo de chivo expiatorio. Es también insinuar un estigma sobre alguien individual o colectivo, es dirigir una mirada en cierta dirección nunca clara, pero siempre insinuada.
Que la/s mafia/s existe/n no cabe duda alguna, pero precisamente por su modo de ser es también fácil atribuirle cualquier cosa que nos resulte conveniente (en realidad, es frecuente atribuirles cosas que serán creíbles para la mayoría o para un grupo importante a los grupos que tienen clandestinidad, o poca transparencia o mucho secretismo).