27 de Octubre de 2025
(Por: Micaela Díaz)
En el IV Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña, el teólogo jesuita Jon Sobrino participó en el homenaje a Gustavo Gutiérrez, fundador de la Teología de la Liberación, con una reflexión sobre la presencia de Dios en la historia de los pueblos y el testimonio de los mártires de El Salvador.
Sobrino evocó palabras de su hermano jesuita Ignacio Ellacuría, asesinado en 1989 junto a otros compañeros de la UCA, recordando que “hay quienes aceptan que hay Dios, una ultimidad real y personal”. En ese sentido, señaló con emoción: “Yo he visto en Gustavo Gutiérrez algo de eso último, de Dios”.
El teólogo subrayó que, tanto en la vida como en la teología, la presencia de Dios se manifiesta en la cercanía a los pobres, en la compasión y en la búsqueda de justicia, pilares que inspiraron la obra de Gutiérrez y de toda una generación de teólogos comprometidos con la realidad latinoamericana.
Romero: el paso de Dios por El Salvador
Durante su intervención, Jon Sobrino rememoró la relación entre Ellacuría y monseñor Óscar Arnulfo Romero, mártir y santo de los pobres. Recordó un texto escrito por Ellacuría tras el asesinato del arzobispo, donde afirmaba que el pueblo salvadoreño “nunca había sentido a Dios tan cerca”.
“Con Monseñor Romero”, dijo Sobrino citando a Ellacuría, Dios pasó por El Salvador”. El teólogo compartió tres frases de Romero que, a su juicio, condensan su legado profético.
La primera: “Me alegro, hermanos, de que la Iglesia sea perseguida”.
Sobrino explicó que estas palabras, lejos de expresar resignación, revelan la fidelidad del Evangelio en medio del sufrimiento del pueblo: “Sería muy triste que en un país con tantas injusticias y asesinatos, a la Iglesia no le tocara nada de eso”.
La segunda, pronunciada el 23 de marzo de 1980, víspera de su asesinato, fue su último clamor: “En nombre de Dios, en nombre de los lamentos de este sufrido pueblo cuyos clamores suben hasta el cielo, les suplico, les ruego, les ordeno: ¡cese la represión!”.
Y la tercera, la más conocida y quizá más cierta hoy que nunca: “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
Teología desde los mártires
Sobrino afirmó que el pensamiento de Gustavo Gutiérrez, Ellacuría y Romero sigue iluminando la fe de los pueblos latinoamericanos. “Ellos mostraron que Dios no se encuentra lejos ni en los templos, sino en la historia, en los pobres y en los que luchan por la vida”, expresó.
El homenaje cerró con un largo aplauso de los participantes del Congreso, reunidos en Lima bajo el lema Horizontes de liberación, tejiendo esperanzas desde abajo, quienes reconocieron en las palabras de Sobrino una invitación a mantener viva la memoria de los profetas que, con su vida y su muerte, revelaron el rostro de un Dios que camina con los pueblos de América Latina.
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