28 de Octubre de 2025
(Por: Micaela Díaz)
El tercer panel del IV Congreso Continental de Teología, celebrado en Lima, reunió a hombres y mujeres que encarnan hoy la resistencia desde los márgenes, los movimientos sociales y los pueblos que siguen tejiendo esperanza. Bajo el título “Preparar la urdimbre”, el encuentro dio voz a quienes, desde distintos territorios de América Latina, construyen comunidad y dignidad en medio de la exclusión, el trabajo precario y las heridas del extractivismo.
La moderadora presentó a los participantes recordando que este espacio busca mostrar lo que “la gente sigue haciendo” después de la Pascua, y reconocer “las resistencias desde los movimientos de base en los que cada uno de ellos está comprometido”.
Las exposiciones, diversas y complementarias, reflejaron la fuerza de los pobres organizados, la fe de los pueblos y el compromiso de la Iglesia con la justicia social.
María Cristina Bove: el clamor del pueblo de la calle
La primera intervención estuvo a cargo de María Cristina Bove, uruguaya radicada en Brasil desde 1965 y miembro de la Fraternidad de las Oblatas de San Benito. Militante en la defensa de los derechos de la “Población en situación de calle (POP RUA)”, Bove compartió una experiencia de más de cuatro décadas junto a quienes viven “invisibles a los ojos de la sociedad y de la Iglesia”.
Desde su trabajo con la Pastoral do Povo da Rua y el Fórum Nacional de Pop Rua, denunció las causas estructurales de la exclusión: “No es solo el capitalismo, también el racismo estructural”. Describió la violencia cotidiana que sufren las personas sin hogar: desalojos, pérdida de sus pocas pertenencias, agresiones policiales y la llamada “arquitectura hostil” que impide incluso “sentarse en un banco o dormir bajo techo”.
Recordó que en Brasil viven más de 315 mil personas en la calle y más de 800 mil se sostienen con el reciclaje informal. Frente a esa realidad, Bove narró la opción pastoral iniciada en los años setenta por el cardenal Paulo Evaristo Arns en São Paulo: “Pongan Puebla en el centro de la ciudad”, les dijo. Esa frase inspiró una transformación radical: cerrar instituciones asistencialistas y salir a convivir con el pueblo de la calle.
“Descubrimos que ese pueblo es el pueblo de Dios”, afirmó. “No eran individuos fracasados, sino un pueblo crucificado que empezaba a tener esperanza”. De esa experiencia nacieron la Pastoral Nacional del Pueblo de la Calle y el Movimiento Nacional de Catadores de Papel, que hoy reúnen miles de personas en todo Brasil.
Bove remarcó que estos movimientos conquistaron políticas públicas, reconocimiento legal y participación en foros nacionales e internacionales, aunque aún faltan recursos y compromiso político real. “La pobreza y las desigualdades siguen siendo un abismo”, dijo.
Con tono profético, llamó a la Iglesia a abrir sus puertas: “No basta con dar comida o abrigo. Hay que creer que se puede hacer comunidad con ellos”.
Rolando Pérez: espiritualidad del cuidado y ecumenismo profético
El segundo expositor fue Rolando Pérez, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú e integrante de la red Iglesias y Minería, quien compartió el testimonio de comunidades que resisten al extractivismo y defienden la vida frente a los megaproyectos que destruyen territorios.
Pérez evocó los rostros de Juan López, defensor hondureño asesinado; Nazareth Cabrera, lideresa huitoto del Caquetá colombiano; y Yolanda Zurita, mujer de fe que lideró por veinte años la lucha ambiental en La Oroya, una de las ciudades más contaminadas del mundo. “Estos pueblos proféticos nos invitan a repensar la cultura del cuidado y el acogimiento desde una espiritualidad decolonial”, señaló.
El teólogo explicó que el cuidado del otro y de la tierra es un “acto ético de resistencia a los discursos de colonización” y que las comunidades originarias enseñan a vivir una espiritualidad donde “se reza con los pájaros y se vive con los ríos”. Citó a Leonardo Boff y al papa Francisco para recordar que la colonización “se disfraza, pero no pierde su prepotencia contra la vida de los pobres”.
Pérez celebró los avances jurídicos logrados por los pueblos que han conseguido que ríos como el Atrato y el Magdalena en Colombia, el Machángara en Ecuador y el Marañón en Perú sean reconocidos como sujetos de derecho. “No son solo ríos, son seres vivos y sagrados”, dijo citando a Marilú Canakiri, del pueblo Kukama.
Su intervención resaltó también la dimensión ecuménica de estas luchas: “El ecumenismo que nace en los territorios no es de teorías, es de vida compartida”, explicó. Lo llamó “ecumenismo proféticamente descolonizador e inclusivo”, un ecumenismo del camino, donde católicos, evangélicos e indígenas defienden juntos la justicia y la casa común.
Adriana Palacios: juventud, trabajo precario y nuevas resistencias
Desde Chile, la psicóloga Adriana Palacios, miembro de Amerindia, presentó la experiencia del nuevo sindicalismo joven en torno al Sindicato de Trabajadores de Starbucks Chile, encabezado por el dirigente Antonio, ausente en el encuentro. Palacios relató cómo este grupo protagonizó en marzo una huelga de 25 días que movilizó a más de 1200 trabajadores.
El lema de su protesta fue claro: “La hora de un trabajador vale menos que el café más barato”. En Chile, explicó, un café cuesta entre cuatro y cinco dólares, mientras la hora de trabajo en la cadena multinacional no llega a tres. “Es la expresión de un capitalismo extractivista y despojador, también en el ámbito laboral”, manifestó.
Palacios señaló que este movimiento surgió “fuera de las burocracias sindicales tradicionales” y combina demandas salariales con reivindicaciones de género, migración y diversidad. “Detrás de cada taza de café hay una persona”, recordaban los huelguistas en redes sociales, donde difundieron su causa con creatividad y activismo digital.
La psicóloga vinculó esta lucha con una espiritualidad de esperanza en medio de la precariedad: “No se trata solo de resistir, sino de disputar al capitalismo la posibilidad de vivir”. En un video enviado al congreso, la joven trabajadora Antonia resumió el espíritu del movimiento: “Aprendí la importancia de la colectividad, de luchar codo a codo con disidencias, estudiantes y migrantes. Es fundamental hacer propia la lucha ajena”.
Gabriel Herrera y Carmen Díaz: El Pueblo Creyente de Chiapas
El cierre del panel estuvo a cargo del sacerdote Gabriel Herrera y Carmen Díaz, integrantes del Pueblo Creyente de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas (México). Ambos compartieron la historia de esta asamblea permanente de laicos, campesinos y pueblos originarios que, bajo la inspiración de Tatic Samuel Ruiz García, se convirtió en un signo de liberación y profecía.
“El pueblo creyente es el pueblo de Dios que se pone en camino bajo la guía del Espíritu Santo”, expresaron. Su testimonio recordó cómo, en medio del despojo y la marginación, la Iglesia chiapaneca optó por los pobres y construyó una pastoral encarnada en la vida de las comunidades. “Jtatik Samuel dormía en el suelo como nosotros, comía frijoles y caminaba en el lodo”, narraron.
De ese caminar surgieron procesos como el diaconado indígena, la lectura comunitaria del Éxodo y la formación de servidores que asumieron su papel como sujetos de evangelización. “Comprendimos que la miseria no era voluntad de Dios”, afirmaron. Hoy, el Pueblo Creyente continúa denunciando la violencia y defendiendo la tierra, la vida y la dignidad de sus pueblos.
Tejido de luchas y esperanzas
El Panel 3 del Congreso dejó ver un mosaico de experiencias diversas unidas por la misma fe en la vida y en el Dios de los pobres. Desde las calles de São Paulo hasta los ríos del Amazonas, desde las cafeterías de Santiago hasta las comunidades indígenas de Chiapas, cada testimonio expresó la convicción de que la liberación se teje caminando juntos.
Como dijo María Cristina Bove al finalizar su exposición, citando a Paulo Freire: “Donde el pie pisa, la cabeza piensa y el corazón ama”.
Un mensaje que resume la espiritualidad del pueblo latinoamericano que resiste, sueña y sigue haciendo historia.
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