27 de Octubre de 2025
(Por: Micaela Díaz)
En el IV Congreso Continental de Teología, durante el homenaje a Gustavo Gutiérrez, el teólogo brasileño Leonardo Boff ofreció un testimonio lleno de afecto y memoria. Considerado uno de los principales compañeros de ruta del fundador de la Teología de la Liberación, Boff recordó a Gutiérrez como “un entrañable amigo” y “una figura genial que dio centralidad a los pobres en la reflexión teológica”.
“Conocí a Gustavo a inicios de los años 70, en el primer encuentro de teólogos latinoamericanos que tuvimos que realizar en Estados Unidos, porque en toda América Latina había dictaduras”, relató Boff. Aquel encuentro marcó el inicio de una relación fraterna y de una alianza teológica que transformaría la manera de hablar de Dios desde la realidad de los oprimidos.
“Le dije al principio: la teología de la liberación tenía que nacer de ti. Porque tú eras un mestizo, más bien un indígena, pequeño, enfermo, cojo… tú habías vivido en tu piel la opresión. Por eso podías hablar de liberación”, recordó Boff.
La teología que nace desde los pobres
Boff subrayó que la novedad de Gutiérrez consistió en situar a los pobres como sujetos de la reflexión teológica. “Él formuló por primera vez una teología que da centralidad a los pobres, no individualmente, sino como una gran colectividad”, señaló. “Por eso su punto de partida es la opción por los pobres y contra la pobreza que Dios no quiere”.
El pensador brasileño resaltó además que la teología de la liberación “no tiene a Marx como padre ni como padrino”, sino que “una teología inicialmente espiritual que mira al pobre como un Cristo sufriente, como alguien que renueva la vía crucis de Jesús que tiene más estaciones de que aquella que Él vivió cuando estaba sufriendo en Jerusalén”.
“El primer momento de la teología no es hablar sobre Dios, sino hablar a Dios —dijo Boff—. No desde la abstracción, sino desde los rostros humillados y ofendidos de los pobres”.
Teología encarnada en la historia
El autor de Jesucristo liberador recordó que tanto él como Gutiérrez desarrollaron sus obras casi simultáneamente, movidos por un mismo espíritu: “Parecía que el Espíritu del mundo nos hubiera tomado para hablar de la liberación. Gustavo escribía Teología de la liberación y yo, Jesucristo liberador; era el mismo aliento de fe y esperanza en medio de las luchas de los pueblos”.
Boff señaló la dimensión autobiográfica de la obra de Gutiérrez: “Desde joven sufrió enfermedades, pero también aprendió a sufrir con los demás. Su teología nació del dolor y la esperanza, de la experiencia viva de los oprimidos”.
Mencionó tres libros que resumen esa espiritualidad: Beber en su propio pozo, El Dios de la vida y Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.
Liberación, vida y cuidado de la Tierra
Para Boff, la madurez del pensamiento de Gutiérrez lo llevó a ampliar su horizonte hacia una “teología de la vida”, ecológica y humanista: “Habló del Dios de la vida porque comprendió que la vida está amenazada: la vida de los pobres, de la humanidad y de la Madre Tierra”.
El teólogo brasileño conectó así el legado de su amigo con el ideal andino del buen vivir: “Nos enseñó que la economía no es acumulación, sino comunión; que debemos cuidar la Pachamama, vivir en armonía con la naturaleza, con la sociedad y con nosotros mismos”.
“Nacimos para brillar”
Boff concluyó afirmando que la Teología de la Liberación “nació en América Latina, pero se expandió al mundo entero”, con expresiones en África, Asia y Europa. “Para cada opresión —dijo— su correspondiente liberación”, de la mujer, de los pueblos indígenas, de la naturaleza, de todos los crucificados de la historia.
Al cerra su intervención evocó la presencia espiritual de su amigo: “Gustavo Gutiérrez está aquí, presente, posiblemente sonriendo, haciendo chistes con el espíritu fino que tenía”.
“Lo recordamos como un amigo inolvidable y que queremos estar juntos y llevar adelante lo que nos ha legado en la teología de la liberación: el amor de los pobres en los cuales encontramos el Cristo sufridor y que clama por resurrección, y vamos a luchar a pesar de todas las dificultades para que se cree espacio de libertad, espacio de respiración, espacio donde la persona puede sentirse humana, amada y capaz de amar y tener la alegría de vivir, porque si nacimos en el corazón de las grandes estrellas rojas, si nacimos allá, no es para vivir sufriendo en este mundo, sino nacimos para brillar”.
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